“¡Faltan cabezas, faltan cabezas!”.
9.1.- Gobierno
de validos y conflictos internos.
Con los Austrias menores
aparece la figura del valido,
persona de la confianza del rey que se convierte en verdadero gobernante,
contando con el apoyo, en ocasiones muy condicionado, de la nobleza cortesana.
Los validos tenían ambición
de mando, alta categoría nobiliaria y una profunda amistad con el rey,
iniciada, por lo general, cuando éste era príncipe.
La interpretación histórica
tradicional sobre la figura del valido ha consistido en afirmar que gobernaban
dada la falta de carácter, talento político y laboriosidad de los reyes (Felipe
III, Felipe IV y Carlos II), pero en la corte francesa también los reyes del
siglo XVII contaron con esta figura (Richelieu, Mazzarino). Sin embargo, para
D. Francisco Tomás y Valiente esta interpretación es demasiado simplista, ya
que en el siglo XVII se produce una refeudalización de la sociedad que
tuvo como consecuencia una simbiosis entre lo público y lo privado, por lo que
la figura del valido no tuvo nada de insólito, ya que existía la privanza en
todos los escalones sociales.
Los principales validos
fueron el Duque de Lerma con Felipe III,
considerado corrupto. Este apelativo se debió fundamentalmente a que debido a
los problemas económicos de la Corona intentó uniformar las contribuciones
del resto de reinos para descargar a Castilla, pero el dinero se utilizó
para cohechos y mercedes. Su gobierno fue ineficaz en el interior y en el
exterior donde los holandeses aprovecharon la paz (Tregua de los Doce Años de
1609) para extender su poderío y consolidarlo en Extremo Oriente a expensas del
imperio portugués.
El Conde-Duque de Olivares con Felipe IV, gran estadista preocupado
por solucionar (aunque sin éxito) los graves problemas de la monarquía, era
arbitrista y intentó aplicar su
programa: reducir las listas de favores y pensiones reales; intento de atajar
la corrupción de los ministros; potenciación de la Junta de Reformación (reducción
de cargos municipales, leyes estrictas en los excesos en el vestir; potenciar
medidas de aumento de la población; prohibición de importar manufacturas
extranjeras y cierre de burdeles. Su reforma económico moral fue muy ambiciosa
y no se pudo aplicar en gran medida. Fue un firme defensor de la hegemonía
española y del ideal imperial e intento romper la política derrotista
imperante. En este contexto reanudó la guerra con los Países Bajos.
Nithard y Valenzuela con Carlos
II. El Padre Nithard, se convirtió en el
principal asesor de Mariana de Austria durante la minoría de Carlos II. Fue uno
de los grandes valedores de Carlos II frente a las pretensiones de Juan José de
Austria que le disputaba el trono. En 1669 Juan José de Austria provoca su
dimisión e intenta asumir el poder pero la reina le ofrece el virreinato de
Aragón y lo acepta. Valenzuela llega al poder y se convierte en la persona que
controla el poder junto con la reina, pese a que en 1675 Carlos II (El
Hechizado) había sido declarado mayor de edad. Los grandes de Castilla
cuestionan su poder y piden la vuelta de D. Juan que lo destituye.
Los conflictos internos comenzaron en 1609, cuando el duque de Lerma (Felipe III) expulsa a los moriscos acusados de apoyar
a los turcos. Esta expulsión afectó de forma negativa a los reinos de Valencia
y Murcia al reducirse la población agrícola y artesanal (industria de la seda).
El proyecto presentado en
1625 por el Conde duque de Olivares,
valido de Felipe IV, conocido como la Unión de Armas provocó una
dura resistencia en todos los reinos (excepto Castilla), ya que suponía que
todos ellos deberían participar de forma proporcional a los gastos militares
de la monarquía, tanto en dinero como en tropas generando numerosos
conflictos internos:
1631. Rebelión en Vizcaya
por el incremento del precio de la sal.
1640 Sublevación en Cataluña
proclamando su obediencia al rey frances en 1641 y que se mantiene independiente hasta 1652.
Rebelión de Portugal que es apoyada por ingleses
y franceses hasta su independencia definitiva en 1668.
1641 Sublevación en Andalucía
dirigida por el duque de Medina Sidonia.
1648. Sublevación de Aragón (Duque
de Híjar), intento de ser valido de Felipe IV, sustituyendo a Haro o en su
defecto convertirse en Rey de Aragón con apoyo de Francia. Sublevación de Nápoles
que se inició como una revuelta popular de los lazzari (pobres napolitanos) ante la mala gestión económica del
virreinato y con el apoyo de Francia. No prosperó al no contar con el apoyo de
la nobleza y ante el control militar que los españoles tenían del territorio.
A todo esto hay que añadir
el descontento de los campesinos y las capas populares urbanas por los crecientes
impuestos y las continuas levas de tropas (Granada, Lucena, Córdoba...,
entre 1647-52).
9.2.- La crisis de 1640
Gaspar de Guzmán, valido de
Felipe IV, es más conocido por su título, el Conde-Duque de Olivares, o
simplemente el Conde-Duque. Es el político más capaz y activo del siglo XVII,
su programa político busca la recuperación exterior de la monarquía y la
reforma interior aplicando medidas mercantilistas para favorecer el comercio y
las manufacturas nacionales, y medidas políticas dirigidas a alcanzar una
verdadera unión de todos los reinos de la monarquía. La aplicación de estas
reformas provoca la grave crisis de 1640:
Las medidas políticas reformistas aplicadas
por el Conde Duque de Olivares tienen como objetivo reforzar la autoridad real
dentro de un estado centralizado para mantener el prestigio de la monarquía
hispánica en Europa, de nuevo embarcada en guerras europeas. Olivares ve
necesario uniformizar políticamente los reinos hispánicos con leyes e impuestos
iguales para todos, extendiendo a los demás reinos las leyes e impuestos
castellanos. La aplicación de estas medidas provoca una reacción secesionista
dentro de los reinos hispánicos:
La reforma fiscal busca aumentar los
impuestos de la hacienda pública, al reducirse sus dos principales fuentes de
ingresos: la plata que llega de las Indias y los impuestos castellanos por efecto
de la crisis económica. La solución a este problema consistirá en aumentar la
presión fiscal sobre los otros reinos hispánicos que apenas contribuyen a
sostener la monarquía. De esta manera la presión fiscal no caería sólo sobre
Castilla. Estas medidas provocarán un conflicto con las instituciones y leyes
de estos reinos.
No obstante, el detonante
tiene su origen en la llamada Unión de
Armas, se trataba de crear una fuerza de reserva de 140.000 hombres
aportados y mantenidos proporcionalmente por los “Estados” de la Monarquía, en
caso de ataque a uno responderían todos.
El proyecto se presentó en
todas las Cortes pero fracasó, Olivares
pretendía una monarquía con un rey, una ley y una moneda pero fracasó. Sólo
consiguió un subsidio de 1.080.000 ducados de los valencianos, el doble de los
aragoneses y que ambos contribuyeran regularmente a las finanzas de la Corona,
esto supuso que la Corona aportará un tercio de la contribución castellana y se
suprimió (1626) la acuñación de vellón.
El fracaso de Olivares para
que las instituciones catalanas aceptaran la “Unión de Armas” no le impidió
mandar tropas a Cataluña al estallar la guerra con Francia. La presencia de
tropas castellanas precipitó el
estallido de revueltas entre el campesinado catalán y los Tercios.
Finalmente el día del Corpus Christi de 1640 (Corpus de Sangre), grupos de
campesinos atacaron Barcelona, asesinaron al virrey y precipitaron la huída de
las autoridades. Pau Clarís se puso
al frente de la rebelión. Ante el avance
de tropas castellanas, los rebeldes
aceptaron la soberanía de Francia. Un ejército francés entró en Cataluña y
derrotó a las tropas castellanas en Montjuic. El Rosellón y Lérida eran
conquistadas en 1642.
El dominio de la Francia de Luis XIII y
Richelieu terminó en 1652 con la caída de Barcelona. Sin embargo, la Corona
Española perdió el Rosellón y la Cerdaña
en la Paz de los Pirineos en 1659.
Aprovechando la crisis
catalana, en diciembre de 1640 se inició la
rebelión en Portugal. La falta de ayuda castellana ante los ataques
holandeses contra las posesiones portuguesas en Asia y la presencia de castellanos
en el gobierno portugués, provocó que las clases dirigentes portuguesas dejaran
de ver ventajas en su unión a la Corona española. La rebelión, organizada en
torno a la dinastía de los Braganza, se extendió rápidamente de forma que ante
la petición del Conde-Duque de reunir tropas en Portugal para sofocar la
rebelión catalana, estos decidieron rebelarse y proclamar al duque de Braganza
Juan IV, Rey de Portugal. Felipe IV nunca reconocerá su independencia, lo hará
su hijo Carlos II en 1668.
También hubo levantamientos
de tinte separatista en Andalucía, Aragón y Nápoles. Pese a ser aplastados
todos los movimientos, excepto el portugués, Felipe IV no castigó a los
territorios rebeldes y mantuvo los
fueros de los diversos reinos.
Esta crisis debe ser
analizada dentro de un contexto internacional que va a marcar con la Paz de
Wesfalia el fin de la hegemonía española y de los Hasburgo en Europa y que puso
fin a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Este conflicto se sustanció en
una serie de conflictos europeos que enmascarados en conflictos religiosos
marcan el inicio de nuevas hegemonías en Europa con Francia, Países Bajos y
Suecia a la cabeza y donde se consolida el estado-nación soberano libre de
condicionamientos religiosos.
9.3.- El ocaso
del Imperio español en Europa
Obligado por la crítica
situación de la Hacienda, el duque de
Lerma (valido de Felipe III) pretenderá una política exterior de signo pacifista, consiguiendo mantener la paz
con Francia durante la minoría de edad de Luis XIII (María de Medici), con
Inglaterra, y con
los Países Bajos a través de la Tregua de los 12 años que acaba con los conflictos iniciados por
Felipe II.
Con la llegada de Felipe IV y su valido, el Conde-duque de Olivares, la tendencia
cambia de signo y se comienza a practicar una política agresiva. Esta política se explica dentro del ideario
político de Olivares que valoró una serie de argumentos muy importantes: En los
Países Bajos había triunfado el partido orangista que era partidario de la
guerra contra Castilla. El consejo de Portugal reclamaba una acción contundente
contra los holandeses por sus conflictos en Asía. El Consejo de Hacienda estimó
que un ejército permanente en Flandes costaba lo mismo en guerra que en paz y
además en Madrid se creía que se podía ganar la guerra, ya que al controlarse
los pasos del Rhin con apoyo de los Hasburgo, se abría una ruta a través de
Milán para mandar suministros a Flandes. La guerra de Mantua obligó a poner en
marcha urgentemente la Unión de Armas pero Portugal y Cataluña utilizaron la
situación para promover su independencia, Francia jugo bien sus bazas y apoyo
ambas sublevaciones.
En este sentido vuelve a enfrentarse con los holandeses en la
Guerra de Los 30 Años con la ayuda del imperio austriaco. Tras unos
inicios exitosos (toma de Breda), la salida de Austria y el apoyo de
Francia a la causa holandesa extenderá la guerra que muy pronto se volverá
adversa (derrotas de Rocroi o Dunas), obligando a firmar en 1648 la Paz
de Westfalia (y a conceder la independencia a Holanda) y la de los
Pirineos (1659), con concesiones territoriales a Francia (Rosellón, Artois
y Cerdeña). Se reconoce la independencia de Portugal. Los frentes era muchos y
diversos, Olivares había fracasado en su intento y dimite en 1643 muriendo dos
años después.
Con el reinado de Carlos II la situación de poder de
España será todavía más débil, en 1679 Castilla llegó al colapso administrativo
y económico, no se exportaba nada y sólo se recibía un tercio de la plata americana
el resto iba a bancos extranjeros.
Al morir sin descendencia,
las potencias europeas terminarán por disputarse el trono español en la
denominada Guerra de Sucesión.
9.4.-
Evolución económica y social
En general se puede hablar
de una depresión económica con una suave recuperación en el último
tercio (Carlos II), motivada por la situación de guerra permanente,
especialmente durante el reinado de Felipe IV (1621-1665).
Agricultura. Rendimientos muy bajos por falta de brazos y métodos arcaicos. Las zonas de regadío
acusaron la expulsión de los moriscos. (1609)
Ganadería. Gran retroceso de la trashumancia por la dificultad de exportar
lana, dadas las guerras continúas.
Industria. Desde el siglo anterior se pierde competitividad frente al Norte de
Europa por la Revolución de precios. Desde 1620 crisis en el sector
textil lanero.
Comercio interior obstaculizado por las malas comunicaciones y las aduanas
interiores. El exterior decreció por la decadencia de la industria naval,
la falta de grandes compañías mercantiles y financieras; a todo esto hay
que sumar la competencia holandesa y británica
En cuanto a medidas de
política económica algunas fueron muy perniciosas para la producción y otras
ahondaron aún más los problemas existentes. Durante el gobierno de Lerma la
expulsión de los moriscos tuvo una incidencia directa en el retroceso de la
agricultura; su política de venta de cargos y jurisdicciones no hizo sino
aumentar los problemas estructurales de la base productiva del país. Medidas
como la obtención de subsidios de los judíos portugueses fueron
contraproducentes en cuanto a la estabilidad política y además se manipuló el
sistema financiero para obtener ingresos, se introduce el vellón de cobre, lo
que significó inundar el sistema de moneda sin valor.
El Conde Duque intentó poner
en marcha las medidas que proponía la Junta de Reformación: reducción de
imposiciones y reforma fiscal, expulsión de los parásitos de la Corte, nuevos
impuestos sobre artículos de lujo, repoblación de zonas sin explotar con
privilegios especiales para los agricultores a fin de estimular la economía
productiva, no conceder más permisos para órdenes religiosas y reducción de
escuelas y conventos con la abolición de cien rectorías creadas en 1613. Una programa
ambicioso que fracasó. Intentó igualmente crear un sistema bancario nacional
que con una red de bancos en los diferentes reinos permitiera a la Corona
reducir sus deudas y su dependencia de los asentistas extranjeros para que
desviaran capital a inversiones directas. Este plan se presentó en las Cortes
Castellanas en 1622, con la propuesta de abolir los millones a cambio de una contribución proporcional de
las 15000 ciudades y pueblos de Castilla en un ejército de 30.000 hombres. La
Cortes se negaron.
En el plano social debemos
destacar la fuerte crisis demográfica. España pasó de nueve millones y medio de habitantes
en 1600 a poco más de 8 millones debido a guerras, problemas internos,
expulsión de los moriscos, malas cosechas, epidemias, con ligera recuperación
en el último tercio. La más afectada fue Castilla.
Crisis social: una sociedad estática, una estructura social aún
con tintes medievales:
• La aristocracia representa el 10% de la población. Su número
aumenta con la venta de cargos y títulos que realiza Felipe IV para financiar
su costosa política exterior. La nobleza ha dejado de ser guerrera, lleva una
vida ociosa sin trabajar ni pagar impuestos. Dentro de la nobleza hay grandes
diferencias entre la alta nobleza (grandes de España) y la pequeña nobleza. La
alta nobleza, vive en las ciudades, la más próxima al poder vive en la corte,
obtiene sus rentas de tierras que nunca visita.
• El clero, menos numeroso, con diferencias entre el alto y bajo
clero, disfruta de una situación acomodada y bastante segura. Se concentra en
las ciudades más grandes y ricas y en poblaciones rurales
• El tercer estado es el más numeroso y diverso:
La mayor parte son campesinos, variando su
situación económica si son propietarios de las tierras que trabajan (norte de
la península) o simples jornaleros (sur, Aragón y Valencia).
En general, la situación del
campesinado empeora, siendo frecuentes las revueltas y la extensión del
bandolerismo que se convierte en un fenómeno prácticamente endémico en el litoral
mediterráneo español.
Por el contrario los artesanos y comerciantes
son poco numerosos, la burguesía de los negocios tiene escaso peso. El sector
empresarial está constituido por extranjeros. Los burgueses aspiran a
ennoblecerse abandonando los negocios industriales y comerciales, para invertir
su dinero en títulos, rentas y propiedades agrarias.
Aumenta la marginalidad. Los más pobres
encuentran en la mendicidad, sobre todos en grandes ciudades, una solución a
sus problemas. En Madrid vive un numeroso grupo de mendigos, pobres,
delincuentes y pedigüeños a la búsqueda de limosnas, la beneficencia y pan
barato.
La
mentalidad dominante de esta sociedad del siglo XVII se nutre de un fuerte
pesimismo social, una fuerte influencia de lo religioso, un escaso interés por
las actividades productivas y una aspiración aristocrática a vivir de las
rentas.
• La mentalidad
aristocrática obsesionada por el ennoblecimiento, la dignidad y el honor; lleva
a rechazar el trabajo manual, considerado “vil”: Los que tiene dinero lo
derrochan para demostrar su posición. Los que no lo tiene prefieren la mendigar
o vivir pobremente antes que “manchar” sus manos con el trabajo. La novela
picaresca lo refleja muy bien (ciudades plagadas de mendigos y delincuentes que
pululaban atraídos por el dinero de ricos y poderosos)
• Para la mayor parte de los
españoles, su fe católica marca totalmente su pensamiento y vida cotidiana. La
obsesión por limpieza de sangre, la misa diaria, la participación en
procesiones, donativos públicos a la Iglesia y los pobres.
9.5 Esplendor cultural. El Siglo de Oro
La riqueza artística y cultural dio a este
siglo el nombre de “Siglo de Oro Español”, que contrastaba enormemente con la
situación de crisis y decadencia general. Desde finales del siglo XVI hasta
mediados del XVIII, se desarrolló el Barroco, movimiento cultural y de origen italiano y cuyos mecenas eran la
monarquía absoluta y el papado El Barroco español exaltaba la monarquía y los
dogmas católicos. Es el arte de la Contrarreforma.
Fuertemente condicionada por
lo religioso, la mentalidad del siglo XVII girará en torno a Dios, el rey y
el honor, con categorías sociales muy estrictas (sociedad estamental)
y una fuerte tendencia a las apariencias (tan criticadas por la
literatura picaresca o el propio Don Quijote).
Culturalmente sus élites se
educarán en prestigiosas universidades (Alcalá de Henares, Salamanca...),
siendo luego mecenadas por la corte o la nobleza, mientras el analfabetismo
estaba muy extendido en las clases bajas en donde el Clero (en sus
sermones y por control ideológico de la Inquisición) tendrá gran
importancia.
En el campo de la novela destacará Cervantes (Don
Quijote, Novelas Ejemplares) o la llamada picaresca (El Buscón de
Quevedo, El Lazarillo de Tormes). La poesía
se dividirá en culteranos (Góngora, de complicadas composiciones, muy
elitistas, como su Polifemo) y conceptistas (mucho más escuetos y
críticos, como Quevedo). Sin embargo, el mayor éxito popular lo tendrá el teatro (los famosos corrales de
comedias) que renovará por completo sus fórmulas con dramaturgos como Lope
de Vega (Fuente Ovejuna) Calderón de la Barca (La Vida es Sueño) o
Tirso de Molina (El Burlador de Sevilla).
Esta explosión cultural no
tendrá, sin embargo, su continuación en la
ciencia, muy poco representativa. (En gran parte condicionada por la
Inquisición).
Dentro del esplendor
cultural del siglo XVII, destacará el arte que, basado en la tradición anterior
incorporará elementos del barroco italiano. En el campo de la arquitectura destacará Gómez de Mora,
todavía con modelos escurialenses visibles en muchas de sus obras, como la
Plaza Mayor de Madrid. (En el XVIII esta arquitectura se irá decorando cada vez
más con los Churriguera con la Plaza Mayor de Salamanca, o Ribera con el
antiguo Hospicio, en Madrid) En escultura
se desarrollará la imaginería (trabajo en madera de tallas para retablos o
pasos procesionales) con dos escuelas principales: la castellana, más
expresionista (Gregorio Fernández); y la andaluza, tendente a una
belleza más dulce e idealizada (Martínez Montañés o Alonso Cano), con la
aparición en el XVIII de la escuela murciana, con Salzillo como mayor
representante (pasos procesionales y belenes de inspiración napolitana).
En la pintura destacarán Ribera (con fuerte tenebrismo y activo
fundamentalmente en Italia), Zurbarán (pintor preferido del clero, con
un gran interés por las texturas y la psicología de los retratados) o Murillo
(especialmente conocido por sus Inmaculadas de belleza exquisita y suave
colorido). Sobre ellos destaca Velázquez,
pintor de Felipe IV, de pincelada suelta, gran estudio de la perspectiva y
estudiadas composiciones (Meninas, Hilanderas, Fragua de Vulcano, Los
Borrachos, Venus del Espejo).
Algunos Textos:
Texto 1.- La Expulsión de los Moriscos
La medida más importante del reinado Felipe III fue la expulsión de los moriscos (1609). Esta expulsión afectó a 273.000 personas y tuvo una especial incidencia en el reino de Valencia (donde los moriscos constituían un tercio de la población), en el bajo Aragón y en Murcia. Las causas fueron a la vez religiosas y políticas.
La comunidad mudéjar, que se vio obligada a cristianizarse formalmente a lo largo del siglo XVI, se había revelado como una minoría inasimilable. En los citados territorios, y en las comarcas catalanas del Ebro, los moriscos vivían en localidades separadas y habían mantenido su lengua y sus vestidos y costumbres. Eran básicamente campesinos, que practicaban una agricultura especializada y de regadío, y que pagaban a sus señores feudales unos censos muy superiores a los de los campesinos cristianos viejos.
Por estos motivos sufrían la animadversión de las clases populares y de la nobleza de vasallos cristianos, mientras que sus señores eran sus principales valedores En cambio, los moriscos castellanos, que habían sido diseminados, vivían en las ciudades, donde ejercían diversos oficios, como los de carretero, arriero o pequeño artesano. También en Castilla eran socialmente rechazados.
Pero la iniciativa de la expulsión partió del colectivo militar y de una parte minoritaria del estamento eclesiástico, encabezada por el arzobispo de Valencia, Juan de Ribera. Se alegó que las comunidades moriscas mediterráneas podían tener contactos con el Imperio otomano (turco) y el corso berberisco En un momento en que los turcos seguían siendo muy poderosos en el Mediterráneo, los moriscos podían constituir incluso una especie de quinta columna en el caso de una hipotética invasión turca. Este argumento acabó pesando decisivamente en la corte. Pero conviene no olvidar que la expulsión de los moriscos se decretó el mismo día de la firma de la tregua con las Provincias Unidas (9 de abril de 1609), por tanto, pudo ser una maniobra del duque de Lerma para distraer a la opinión pública del primer acuerdo firmado con los rebeldes holandeses.
La mayor parte de los moriscos se trasladaron al Magreb donde fueron un importante factor de desarrollo. Por el contrario, su expulsión contribuyó a agravar la crisis demográfica y económica peninsular Algunas comarcas de Aragón, Valencia y Murcia tardaron decenios en repoblarse. En Valencia, el empobrecimiento de la nobleza de vasallos moriscos fue en parte compensado con la reducción de las tasas de interés de los censales (1614). De esta forma, los efectos de la expulsión también se desplazaron a las ciudades y afectaron a los burgueses que habían concedido créditos a los nobles.
Texto 2.- El programa de Olivares: El Gran Memorial (1624)
“Tenga Vuestra Majestad por el negocios más importante de su monarquía el hacerse rey de España. Quiero decir, señor, que no se contente Vuestra Majestad con ser rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, conde de Barcelona, sino que trabaje y procure, con consejo maduro y secreto, por reducir estos reinos de que se compone España al estilo y leyes de Castilla, sin ninguna diferencia, que si Vuestra Majestad lo alcanza será el príncipe más poderoso del mundo.
(…) Tres son, señor, los caminos que a Vuestra Majestad le puede ofrecer la ocasión y la atención en esta parte; y, aunque diferentes, mucho podría la disposición de Vuestra Majestad juntarlos, y que, sin parecerlo, se ayudasen el uno al otro.
El primero, señor, y el más dificultoso de conseguir, pero el mejor, pudiendo ser, sería que Vuestra Majestad favoreciese los de aquellos reinos introduciéndolos en Castilla, casándolos en ella, y los de acá allá, y con beneficios y blanduras (…) se olvidasen los corazones de manera que (…) se pudiese disponer con negociación esta unión tan conveniente y necesaria.
El segundo sería si, hallándose Vuestra Majestad con alguna gruesa armada y gente desocupada, introdujese el tratar de estas materias por vía de negociación (…), procurando que, obrando mucho la fuerza, se desconozca más que se pudiere (…).
El tercer camino, aunque no sea con medio tan justificado, pero el más eficaz, sería, hallándose Vuestra Majestad con esta fuerza que dije, ir en persona como a visitar aquel reino (…) y hacer que se ocasione algún tumulto popular grande. Y, con este pretexto, meter la gente y, con ocasión de sosiego general y prevención de adelante, como por nueva conquista, asentar y disponer las leyes en la conformidad de las de Castilla. Y de esta manera irlo ejecutando en los otros reinos”
Reproducido por J.H.Elliot; J.F. de la Peña: Memoriales y cartas del conde-duque de Olivares
JV
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