Empezamos nuestro recorrido por estos singulares valles cántabros, en la Posada Real La Montañesa en Barros, dentro del municipio de Corrales de Buelna. Su acogedor hospedero es un personaje para recordar al igual que su magnífica casa.
En este peculiar lugar encontramos un museo de estelas cántabras, donde destaca la de Barros que aparece en el escudo de Cantabria. Un pasado céltico que se desarrolló en estos preciosos valles.
Comenzamos el camino hacia Vega del Pas, localidad que da nombre a uno de estos valles, las perspectivas eran cuando menos sugerentes.
La arquitectura autóctona que mezcla madera y piedra, los dos grandes recursos de la zona, manifiesta su negativa a proyectos especulativos que buscan rentabilidad económica a costa de destrucción medioambiental. El progreso no necesariamente significa avanzar sino en muchos caso retroceder y mucho.
La tradicional cabaña pasiega, un patrimonio de la comarca, se conserva en construcciones como la que vemos y en un singular museo etnográfico que tiene su sede en esta localidad. Como vemos es un edificio que combina la vivienda y las zonas para proteger al ganado vacuno con un techado en lastras de pizarra, es sencillo y funcional para cubrir las necesidades de los pasiegos.
El entorno de este valle no puede ser más espectacular, estas imágenes nos muestran el camino hacia otro de nuestros objetivos Selaya.
Las brañas de las cumbres se hayan salpicadas de los chozos de los vaqueros que son utilizados en su trashumancia de altura que completan cada verano subiendo el ganado que luego bajarán en invierno.
El Mirador de la Braguía nos muestra toda la belleza de este valle.
Desde el siguiente mirador, observamos nuestro siguiente destino el Valle de Carriedo y Selaya desde nos adentramos en nuestro segundo valle: el de Pisueña, donde destaca el espacio natural de Cabárceno.
Selaya se distingue en medio del valle, villa rodeada por un paisaje realmente espléndido.
Selaya es un recuerdo actualizado que no nos defraudó, aquí seguía su imponente bolera rodeada de árboles centenarios y como no los sobados y quesadas del Macho una auténtica delicia para todos los sentidos. Además cuenta con este Palacio del Donadío del siglo XVI que conserva una interesante portada clasicista. Como veis una mezcla genial de todo tipo de monumentos que es necesario conocer.
El viaje continua en la zona alta del valle donde destaca Villacarriedo donde los lugareños decoran sus casas con este gusto floral realmente sorprendente. Cada verano compiten por decorar mejor sus viviendas, realmente un placer esta disputa pacifica.
Este impactante Palacio de Soñanes (hoy convertido en un hotel) muestra única del llamado barroco civil de la Montaña levantado en el siglo XVIII en torno a una primitiva torre feudal, es un crisol de columnas corintias de fustes estriados, salomónicos y abalaustrados, frisos adornados con motivos vegetales, gárgolas y acróteras y un amplio balcón corrido de hierro forjado. Si esto no impacta al viajero puede girarse y ver el entorno único que rodea este lugar especial.
No obstante, no siempre el patrimonio ha tenido una utilidad puramente hedonista sino que en Argomilla (al norte de la Sierra del Caballar) encontramos esta Casona de Ceballos El Caballero, frente a la iglesia de San Andrés. Su utilización actual es una vaquería que combina la explotación agropecuaria con la utilización de la antigua casa fuerte como establo.
Resulta un lugar paradójico pero a la vez interesante porque muchos de nuestro monumentos han pasado por etapas de utilización como ésta en muchas ocasiones. Eso nos permite ver como la utilidad del patrimonio puede ser diversa aunque no siempre se corresponda con la conservación del mismo. Observamos aquí cómo sus jóvenes habitantes disfrutan de la antigua casa fuerte con entusiasmo.
El contraste en los símbolos heráldicos, los anímales y sus actuales habitantes harían las delicias de Fellini.
El antiguo escudo de armas da fé del abolengo de este peculiar lugar.
Frente a la Casona el templo de San Andrés del siglo XII. Fue un señorío abacial de importancia relativa y que aún conserva en sus dependencias anejas una colección de sarcófagos que abarcan del siglo X al XII. Junto con Santa María de Castañeda conforman los únicos ejemplos de románico conservado en la zona.
Santa María de Castañeda (situada en los municipios de Santa María de Cayón y Castañeda), es un ejemplo muy acabado de románico en la comarca, siendo una de las joyas de este período artístico en Cantabria.
Esta iglesia que se complementaba con un monasterio tuvo una gran importancia en el medievo ostentando diferentes derechos feudales sobre bienes en los valles de Toranzo y Carriedo.
Retornamos al valle del Pas, para ver el que sin duda es su enclave más significativo, Puente Viesgo. Villa famosa por su cuevas prehistóricas donde destaca la del Castillo, aquí tenemos el monolito de entrada a la misma representando un sílex gigante. Este lugar es además de una magnífica muestra del arte rupestre del Paleolítico superior en Cantabria, patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2008.
Vista de la localidad desde la Cueva del Castillo, que también es muy afamada por su balneario y por su entorno privilegiado.
Vistas del casco urbano y del entorno natural de la localidad donde se puede disfrutar de actividades acuáticas en estos bellos meandros del río Pas, ayer utilizados para molinos y hoy convertidos en pozas donde poder zambullirse.
En estas imágenes dos de sus grandes monumentos la Casona de Fuentes Pila, de estilo montañés, con rasgos propios de las construcciones palaciegas de la transición entre los siglos XVII y XVIII y la iglesia de San Miguel de estética neorrománica.
Detalle de las "tetas"
Estas dos imágenes nos hablan de una curiosidad local, la existencia de un llamado "hombre pez" personaje que padeció una enfermedad el cretinismo endémico que provocaba la icticosis una enfermedad de la piel que la reseca y hace que aparezcan escamas en la misma. A esto se une que esta familia era pelirroja y el cretinismo les da un tono blanquecino casi albino que les asemejaba a los peces. El vivir en el molino cerca del río dió rienda suelta a esta historia del hombre pez que hoy en un reclamo turístico y que incita la curiosidad de los viajeros. Aquí vemos una imagen de Tomás, el hombre pez.
Las grandes casas con balcones y corredores pueblan toda la localidad.
La casona de los Setien o del intendente Riaño nos habla del gran potencial socio-económico de esta localidad en el siglo XVIII.
Hoy las galerías y balcones floralmente decorados nos habla de un pasado nada desdeñable.
Los símbolos heráldicos también son una constante en el paseo por el lugar.
Para concluir la llamada Casa de los Cañones, adornada por algunas de las armas que salieron de la antigua fábrica de artillería, que vino a situarse aquí para aprovechar la madera de los entonces frondosos bosques merachos, y de cuya actividad aún quedan vestigios, como la monumental presa sobre el río.
En conclusión estos valles pasiegos son una invitación al disfrute de los sentidos donde poder disfrutar de una variedad de monumentos y experiencias que resultan difíciles de olvidar.
JV
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