3.1.- EVOLUCIÓN POLÍTICA:
CONQUISTA, EMIRATO, CALIFATO DE CÓRDOBA
A principios del siglo VIII
el Islam ya se había extendido por todo el Norte de África gracias a la yihad
(guerra santa), estableciendo un gobernador (Muza) en Kairawan. Las disensiones internas en
el seno del reino visigodo entre los witizianos y los fieles a Rodrigo van a
suponer un cambio en la situación peninsular. Los seguidores de Witiza van a
utilizar a los fortalecidos musulmanes para intentar tomar el poder, aunque sin
valorar las consecuencias de esta decisión.
En el año 711,
un ejército musulmán al mando de Tarik (general
bereber al mando del emir Muza) cruza el Estrecho, derrotando a Don Rodrigo
(último rey visigodo) en la batalla de Guadalete.
En los cinco años posteriores, y ante la escasa resistencia de los visigodos,
inmersos en una fuerte crisis política y social, consigue controlar gran parte
de la Península, creando Al-Andalus.
La causa de esta rápida
conquista hay que buscarla, además de en la debilidad del reino visigodo, en
las capitulaciones o pactos que en algunas ocasiones se llevaron a cabo entre
los conquistadores y conquistados (nobles godos como Teodomiro siguieron siendo
señores de Murcia, con sólo convertirse al Islam y cambiar su nombre por Tudmir;
otro ejemplo muy llamativo es el de los Banu Qasi {hijos de Casio} que
controlaron el Valle medio del Ebro, tras su pacto con los Omeyas). Así como la
tolerancia hacia cristianos y judíos a los que los árabes dejaban practicar su
religión a cambio de pagar un impuesto por ser también gentes del libro
Entre los invasores,
unificados bajo la religión islámica, existen dos grandes grupos étnicos: Árabes que, pese a ser minoritarios,
rápidamente controlarán los puestos políticos y las tierras más fértiles. Beréberes procedentes de Norte de
África, recientemente islamizados, que quedarán en una posición secundaria,
originando numerosas revueltas, como la del año 740, que deberá ser dominada
con el envío desde Damasco de tropas sirias.
Tras 40 años de obediencia a
Damasco (emirato dependiente), el
derrocamiento de los Omeyas, eliminados casi por completo por los Abasíes, hace
que uno de los escasos supervivientes de los primeros (Abderramán I) se declare emir
independiente (controla el poder político pero sigue considerando al califa
como máxima autoridad religiosa) del nuevo califato de Bagdad, convirtiendo a
Córdoba en su capital.
Sus sucesores se ocuparán de
controlar las invasiones de los reinos del norte (creando una línea defensiva
en el Sistema Central, Mayrit), francas (Carlomagno llega a asediar Zaragoza) y
vikingas (que llegan a remontar el Guadalquivir hasta Sevilla), así como las
numerosas revueltas internas protagonizadas por beréberes y muladíes (Ibn
Hansún llegará a crear un reino independiente en la serranía de Ronda) que
reclaman una mayor cuota de poder.
Tras unos años de debilidad
con emires débiles en el poder, en el
siglo X, Abderramán III se declarará califa, iniciando así el periodo de
máximo esplendor del Al-Andalus, el
Califato. Durante su gobierno controlará las invasiones cristianas del
Norte, imponiéndoles tributos, así como las frecuentes revueltas internas
(Toledo o Mérida) promovidas por familias beréberes y muladíes. En la zona del
Magreb se enfrentará con éxito al imperio fatimí, conquistando Ceuta y Melilla,
creando una fuerte armada con sede en Almería. Su sucesor, Al-Hakem II, se encontrará un Al-Andalus pacificado, dedicándose
especialmente al mecenazgo cultural (biblioteca de Medina Zahara) que sufraga
con las cuantiosas parias pagadas por los reinos cristianos. Su hijo, sin
embargo, (Hixam II) será dominado por su
hachib, Almanzor, que iniciará una nueva política agresiva contra los
cristianos (razias, como las que
consiguen saquear Santiago de Compostela o Barcelona). Tras su muerte comenzará
una fuerte crisis interna que conducirá a los Reinos de Taifas.
3.2.- LA CRISIS DEL SIGLO
XI: LOS REINOS DE TAIFAS E IMPERIOS NORTEAFRICANOS
Tras la muerte de Almanzor (1002) se inicia un periodo convulso con numerosos
enfrentamientos y cambios de poder (fitna,
guerra civil) que será aprovechado por las distintas familias muladíes
(antiguos cristianos convertidos al Islam), beréberes y eslavos (antiguos
esclavos de origen cristiano liberados), tradicionalmente enfrentados con el
poder central de Córdoba, para romper la unidad del califato y crear poderes
autónomos denominados Reinos de Taifas
(1031- 1085). Entre ellos destacaron, por su extensión y logros culturales,
Toledo (Al-Mamum), Sevilla (Al-Mutamit), Zaragoza o Granada (los ziríes).
Entre ellos fueron
constantes las alianzas, enfrentamientos y conquistas territoriales, llegando
incluso a pagar a los reinos cristianos para su ayuda en dichas batallas
internas. (El propio Cid defenderá la Zaragoza musulmana o Alfonso VI protegerá
a Toledo de Sevilla).
Esta división produjo un
debilitamiento frente a los reinos cristianos que aprovecharon la ocasión para conquistarlos
u obligarlos a pagar cada vez más altos
tributos (parias). El punto
culminante es la toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI obligando a los
Reinos de Taifas a demandar protección
al imperio Almorávide del Magreb,
que se caracterizaba por su integrismo religioso y por una interpretación muy
rigurosa del Islam.
Los almorávides cruzarán el Estrecho derrotando a los cristianos en las
batallas de Sagrajas (1086) y Uclés (1108), dominando más tarde a
los propios reinos taifas bajo su imperio.
La decadencia almorávide en
la Península coincide con el nacimiento de un nuevo movimiento que busca la
pureza religiosa: los Almohades, que cruzan el Estrecho deteniendo el
avance cristiano en Alarcos (1195) e
incluyendo Al-Andalus en su imperio. Sin embargo, tras sus éxitos iniciales su
poder irá decayendo (en parte por su intolerancia) siendo derrotados por los
cristianos en las Navas de Tolosa (1212)
que conquistarán rápidamente el valle del Guadalquivir quedando reducido el
territorio islámico al reino Nazarí de
Granada. Éste conseguirá mantener su independencia gracias a las fuertes
parias pagadas a los cristianos (mantenidas por su floreciente agricultura y
comercio de la seda, así como por las luchas internas del Reino de Castilla)
hasta los Reyes Católicos (1492).
3.3.- AL-ANDALUS: LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y
SOCIAL.
Organización política
Bajo el emir o califa (cúspide del poder político y religioso) la
organización islámica se organiza en torno al hachib (primer ministro) y los distintos visires (con la función de ministros). Los cadíes se encargan de impartir justicia, siendo los walíes los gobernadores de las
distintas provincias.
La sociedad
.Los musulmanes conquistadores no presentaban una unidad étnica ni social. Desde el punto de vista étnico, junto a los elementos árabes que llegaron en las primeras oleadas y se asentaron en los valles del Ebro, Tajo y Guadalquivir y en el litoral levantino, se comprueba la existencia de otras razas en sucesivas invasiones. Así tenemos a los sirios; a los beréberes, procedentes del norte de África, que ocuparon las tierras altas de la Meseta y zonas de Ronda, Málaga y Sierra Nevada. Los muladíes eran los hispanos convertidos al Islam. Abrazar la nueva religión facilitaba una mayor integración social y eximía de los tributos especiales exigidos a la población no musulmana.Desde el punto de vista social aunque se ha hablado de una sociedad sin clases, lo cierto es que son perfectamente detectables, si no clases sociales, al menos categorías sociales.Así distinguimos entre una aristocracia musulmana, compuesta por los árabes y sus parientes más o menos lejanos; una alta burguesía y nobleza de servicio formada por comerciantes y juristas; y una baja burguesía, o clase media. Y en el nivel inferior: la población urbana(artesanos y jornaleros), de vida miserable, y los campesinos, muchos de ellos cristianos.Esta diversidad étnica, social y religiosa no podía menos que originar revueltas.
Las minorías no musulmanas:
Los judíos: gozaron bajo el Islam de una política de tolerancia. Su colaboración con los musulmanes en el momento inicial de la conquista fue notable.
Los mozárabes: cristianos residentes en territorio musulmán, fueron disminuyendo en número.Sus relaciones con los musulmanes empeoraron con el rigorismo de almorávides y almohades.
Los eslavos o esclavones: eran prisioneros de origen europeo. Muchos de ellos, tras su manumisión, se incorporaron a los ejércitos califales.
Los negros: de origen sudanés, la mayoría solían emplearse en el servicio doméstico.
La organización económica La ciudad
A lo largo de la Edad Media proliferaron las ciudades en la Península Ibérica. En efecto, para la economía musulmana de Al-Ándalus, la ciudad se convierte en centro de producción y de consumo, ya que en ella se concentran los artesanos y reside la mayor parte de los funcionarios de la extensa burocracia musulmana.Frente a los trazados regulares de las ciudades romanas, las musulmanas crecen sin norma alguna aparentemente. Calles estrechas, inexistencia de plazas y fragmentación por barrios de artesanos y de determinados grupos sociales. La zona principal es la medina, núcleo central alrededor de la Mezquita mayor o aljama. En ella se encuentra la alhóndiga y el zoco, lugares vinculados al comercio. Los arrabales, barrios exteriores a la medina que también se amurallaban, eran los lugares donde se establecían los emigrantes campesinos que acudían a la ciudad en busca de trabajo. La Alcazaba, o ciudad defensiva, albergaba la residencia de la autoridad civil.
La economía
Al-Andalus experimentó un avance considerable en su economía durante el dominio musulmán.La agricultura fue una de sus principales riquezas. Podemos distinguir tierras de secano y de regadío. Las de secano se dedicaban al cultivo de cereales, olivo y vid. El olivo es extendió considerablemente en tiempos de los omeyas, exportándose aceite como en los tiempos de los romanos. En las tierras de regadío predominaban las huertas, regadas por sistemas adoptados de los romanos o introducidos por los propios árabes. Estos adaptaron algunos cultivos exóticos al clima peninsular: el arroz, el naranjo, la caña de azúcar, las palmeras, así como plantas aromáticas, medicinales y colorantes (azafrán). Las plantas textiles (algodón, lino) fueron también extensamente cultivadas.
La industria y el comercio
La producción industrial se concentró en las ciudades, sobre todo en los zocos, en forma de artesanía. Los fabricantes, comerciantes y artesanos vendían directamente a sus clientes el producto de su trabajo. Los comercios de lujo se localizaban en bazares (alcaiceria).
El comercio a largas distancias
La expansión islámica desde el Indo al Ebro permitiór evitalizar el comercio a larga distancia que habían puesto en marcha las ciudades helenísticas primero y las bizantinas después. El desarrollo de este comercio se debió a la unidad política,económica y monetaria e incluso lingüística conseguida por el imperio islámico. Se dinamizanahora las rutas marítimas del Mar Rojo y la terrestre de Mesopotamia, Siria e Irán, ambas haciala India. Hacia occidente, la ruta del Mediterráneo, en cuyo extremo se encontraba Al-Andalus.A su vez, Al-Andalus, se convierte en centro de otras rutas comerciales: la ruta del oro del Sudán, la ruta hacia Europa, por tierra a través de Pamplona, y por mar desde Almería y al decaer este puerto, desde Málaga. Por estas rutas se exportaban a Europa y norte de África: tejidos, aceite, armas, cuero y cerámica. Se importaban de Oriente: productos de lujo, especias,esclavos y, del Sudán, oro.Todo este comercio se basó en la circulación monetaria- dinar: oro; dirhem: plata y felus: cobre
La sociedad
.Los musulmanes conquistadores no presentaban una unidad étnica ni social. Desde el punto de vista étnico, junto a los elementos árabes que llegaron en las primeras oleadas y se asentaron en los valles del Ebro, Tajo y Guadalquivir y en el litoral levantino, se comprueba la existencia de otras razas en sucesivas invasiones. Así tenemos a los sirios; a los beréberes, procedentes del norte de África, que ocuparon las tierras altas de la Meseta y zonas de Ronda, Málaga y Sierra Nevada. Los muladíes eran los hispanos convertidos al Islam. Abrazar la nueva religión facilitaba una mayor integración social y eximía de los tributos especiales exigidos a la población no musulmana.Desde el punto de vista social aunque se ha hablado de una sociedad sin clases, lo cierto es que son perfectamente detectables, si no clases sociales, al menos categorías sociales.Así distinguimos entre una aristocracia musulmana, compuesta por los árabes y sus parientes más o menos lejanos; una alta burguesía y nobleza de servicio formada por comerciantes y juristas; y una baja burguesía, o clase media. Y en el nivel inferior: la población urbana(artesanos y jornaleros), de vida miserable, y los campesinos, muchos de ellos cristianos.Esta diversidad étnica, social y religiosa no podía menos que originar revueltas.
Las minorías no musulmanas:
Los judíos: gozaron bajo el Islam de una política de tolerancia. Su colaboración con los musulmanes en el momento inicial de la conquista fue notable.
Los mozárabes: cristianos residentes en territorio musulmán, fueron disminuyendo en número.Sus relaciones con los musulmanes empeoraron con el rigorismo de almorávides y almohades.
Los eslavos o esclavones: eran prisioneros de origen europeo. Muchos de ellos, tras su manumisión, se incorporaron a los ejércitos califales.
Los negros: de origen sudanés, la mayoría solían emplearse en el servicio doméstico.
La organización económica La ciudad
A lo largo de la Edad Media proliferaron las ciudades en la Península Ibérica. En efecto, para la economía musulmana de Al-Ándalus, la ciudad se convierte en centro de producción y de consumo, ya que en ella se concentran los artesanos y reside la mayor parte de los funcionarios de la extensa burocracia musulmana.Frente a los trazados regulares de las ciudades romanas, las musulmanas crecen sin norma alguna aparentemente. Calles estrechas, inexistencia de plazas y fragmentación por barrios de artesanos y de determinados grupos sociales. La zona principal es la medina, núcleo central alrededor de la Mezquita mayor o aljama. En ella se encuentra la alhóndiga y el zoco, lugares vinculados al comercio. Los arrabales, barrios exteriores a la medina que también se amurallaban, eran los lugares donde se establecían los emigrantes campesinos que acudían a la ciudad en busca de trabajo. La Alcazaba, o ciudad defensiva, albergaba la residencia de la autoridad civil.
La economía
Al-Andalus experimentó un avance considerable en su economía durante el dominio musulmán.La agricultura fue una de sus principales riquezas. Podemos distinguir tierras de secano y de regadío. Las de secano se dedicaban al cultivo de cereales, olivo y vid. El olivo es extendió considerablemente en tiempos de los omeyas, exportándose aceite como en los tiempos de los romanos. En las tierras de regadío predominaban las huertas, regadas por sistemas adoptados de los romanos o introducidos por los propios árabes. Estos adaptaron algunos cultivos exóticos al clima peninsular: el arroz, el naranjo, la caña de azúcar, las palmeras, así como plantas aromáticas, medicinales y colorantes (azafrán). Las plantas textiles (algodón, lino) fueron también extensamente cultivadas.
La industria y el comercio
La producción industrial se concentró en las ciudades, sobre todo en los zocos, en forma de artesanía. Los fabricantes, comerciantes y artesanos vendían directamente a sus clientes el producto de su trabajo. Los comercios de lujo se localizaban en bazares (alcaiceria).
El comercio a largas distancias
La expansión islámica desde el Indo al Ebro permitiór evitalizar el comercio a larga distancia que habían puesto en marcha las ciudades helenísticas primero y las bizantinas después. El desarrollo de este comercio se debió a la unidad política,económica y monetaria e incluso lingüística conseguida por el imperio islámico. Se dinamizanahora las rutas marítimas del Mar Rojo y la terrestre de Mesopotamia, Siria e Irán, ambas haciala India. Hacia occidente, la ruta del Mediterráneo, en cuyo extremo se encontraba Al-Andalus.A su vez, Al-Andalus, se convierte en centro de otras rutas comerciales: la ruta del oro del Sudán, la ruta hacia Europa, por tierra a través de Pamplona, y por mar desde Almería y al decaer este puerto, desde Málaga. Por estas rutas se exportaban a Europa y norte de África: tejidos, aceite, armas, cuero y cerámica. Se importaban de Oriente: productos de lujo, especias,esclavos y, del Sudán, oro.Todo este comercio se basó en la circulación monetaria- dinar: oro; dirhem: plata y felus: cobre
3.4.- AL-ANDALUS: EL LEGADO CULTURAL
A lo largo de su historia
Al-Ándalus conocerá un espectacular renacimiento cultural que, basado en las
tradiciones orientales (Bizantinos, Persas, Mesopotámicos y Chinos recogidos
por el Islam oriental) y la recuperación de la herencia grecolatina a través de
traducciones de sus principales figuras (Platón, Aristóteles, Galeno...), florecerá
en Córdoba (Califato del siglo X)
así como en los reinos Taifas (siglo XI Toledo, Sevilla,),
extendiéndose hasta el periodo nazarí
(siglo XV).
Destacaron en la filosofía (Averroes) y los estudios
jurídicos y coránicos (Ibn Hazm), desarrollándose una fuerte corriente mística
(el sufismo, que pretendía un
acercamiento no racional a Dios). En el campo científico (y en estrecha
colaboración con personajes judíos, como Maimónides)
lograrán grandes avances en medicina (Abulcasis), astronomía (Azarquiel) o agronomía, practicando
también la alquimia, botánica y la matemática (Maslama de Madrid), siendo muchos de ellos trasladados al ámbito
cristiano a través de la labor de intercambio cultural de la Escuela de Traductores de Toledo
fundada en el siglo XII por Alfonso VI. En el campo de la literatura destacó la
poesía con fórmulas nuevas, como el zejel, y poetas como Ibn Hazm y su Collar
de la Paloma.
3.5.- LA MEZQUITA Y EL
PALACIO EN EL ARTE HISPANO-MUSULMÁN
El arte hispano-musulmán se
caracterizó por su carácter teocéntrico
(la religión se impone sobre cualquier otra cuestión, basado en su libro santo
o Corán), la asimilación de artes anteriores (romano, bizantino o visigodo), su
concepto anicónico (no representan
imágenes por mandato del propio Corán) y una fuerte tendencia a lo decorativo (flores esquematizadas o atauriques,
letras o epigrafía, dibujos geométricos o lacerías...). Las manifestaciones
artísticas más desarrolladas en Al-Ándalus fueron las artes decorativas(artesanía,
azulejo, cerámica, orfebrería, marfil).
En la arquitectura religiosa
destacó la mezquita dividida en un
patio con fuentes para las abluciones y una sala cubierta orientada hacia la
Meca (muro de la qibla con un ábside central o mirab). Sus principales ejemplos
fueron la mezquita de Córdoba
(ampliada en numerosas veces durante el Emirato y Califato, VIII-X), la del
Cristo de la Luz
(Toledo, siglo X) o la Giralda (antiguo
alminar de la desaparecida mezquita de Sevilla (almohade) desde el que se
llamaba a la oración cinco veces al día, tal y como ordena el Corán).
Con respecto a la
arquitectura civil: destacan los palacios
(verdaderos lugares de propaganda del poder real, en donde destacan los
salones de recepciones junto a otras salas privadas y baños) destacan los de Medina-Zahara (Córdoba, siglo X, en
proceso de excavación, con su Salón Rico) o la Alhambra (Granada, XIV-XV) organizado en torno a patios (Los
Leones, de los Arrayanes), con gran importancia del agua y la vegetación en un
intento de recrear el Paraíso tal y como lo entendía la civilización musulmana.
Otros son el palacio de la Aljaferia de
Zaragoza realizado durante los reinos de Taifas y de la época almohade, la
Torre del Oro de Sevilla.
JV
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