viernes, 24 de febrero de 2012

De neandertales, caballitos y sapiens viajeros: noticias hominización

No es habitual que el invierno nos deje muchas noticias sobre este siempre sorprendente tema, pero en los últimos días hemos conocido que nuestros ancestros gustaban de viajar de forma intensa:
que los niños podrían haber jugado con los caballos prehistóricos como si de gatitos se tratase:
y del gran problema de los neardentales con el clima que pusieron en jaque su viabilidad como especie:


Siempre la hominización un tema de "rabiosa" actualidad que lo disfrutéis.
jv





 

jueves, 23 de febrero de 2012

Tema 13: Transformaciones económicas y cambios sociales en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX

13.1 Transformaciones económicas. Proceso de desamortización y cambios agrarios. Las peculiaridades de la incorporación de España a la revolución industrial. Modernización de las infraestructuras: El impacto del ferrocarril.
Durante este periodo Gran Bretaña es la gran potencia económica del momento, pero las grandes transformaciones económicas que suponen su revolución industrial se están extendiendo rápidamente a otros países de Europa Occidental y esto implica un enfrentamiento entre dos políticas económicas de signo opuesto: el librecambismo (aranceles bajos) defendido por Gran Bretaña, y el proteccionismo (aranceles altos), propugnado por los países que desde una situación de inferioridad pretenden conseguir su propio desarrollo industrial. En España estas transformaciones se introducirán también, aunque con mayor retraso y lentitud, y afectarán a todos los sectores de la economía.

La agricultura
Las transformaciones fundamentales consisten en los cambios irreversibles que se producen en el sistema de propiedad de la tierra, desde el tipo propio del feudalismo al del capitalismo. Estos cambios (ya intentados y fracasados durante las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal) se plasman en las siguientes leyes:
- Desvinculación de los mayorazgos (1.836): posibilita al noble a que pueda disponer como propietario con plena autoridad de sus bienes sin tener la obligación de transmitir íntegro el patrimonio a su primogénito: con el paso de dos o tres generaciones muchos grandes patrimonios desaparecerán al ser vendidos.
- Supresión de la propiedad señorial (1.837): se abolen definitivamente los derechos jurisdiccionales tales como los monopolios (hornos, molinos, tiendas), los derechos de caza, pesca, etc.: el vasallaje deja de existir, pero los derechos de propiedad de la tierra señorial quedan en manos del antiguo noble (ahora propietario de tipo burgués, con pleno derecho a disponer de ella como crea conveniente) pues éste no queda obligado a presentar los títulos de su propiedad. Esto supone que el campesino cultivador, aunque ya no tenga obligaciones propias del vasallaje, no puede convertirse en propietario de la tierra que cultiva desde generaciones anteriores y, por el contrario, puede ser inmediatamente expulsado de ella, o trabajarla como jornalero o arrendatario en condiciones frecuentemente muy diferentes, y peores, que antes.
- Desamortización eclesiástica de Mendizábal (1.836-7): El Estado expropia las tierras de la Iglesia (tanto del clero regular como del secular) a las que convierte en bienes nacionales que posteriormente serían subastados públicamente en condiciones muy favorables para los compradores (1/5 del precio de remate se paga en efectivo en el momento de la compra y el resto a plazos, bien en efectivo durante los siguientes 15 años o bien en títulos de Deuda Pública -según su valor nominal- durante los siguientes 8 años). Esta ley persigue diversos objetivos: conseguir apoyo social para el gobierno entre los potenciales nuevos propietarios, disminuir el poder político y económico de la Iglesia, mejorar las finanzas del Estado, obtener recursos suficientes para equipar mejor al ejército con el fin de conseguir la derrota de los carlistas y posibilitar nuevas formas de cultivo que aumentasen la producción de las tierras.
Esta desamortización se aplicó muy intensamente en los años siguientes pues entre 1.837 y 1.844 (año en que la paralizaron los moderados) 3/5 de las tierras de la Iglesia ya habían cambiado irreversiblemente de manos, y seguiría aplicándose, ya más lentamente, en lo sucesivo.
Las consecuencias de esta ley serán también diversas: el Estado se beneficia poco pues las tierras se compran a precios bastante bajos, la burguesía es el sector más beneficiado pues consigue las tierras en condiciones muy favorables, los campesinos que cultivaban las tierras desamortizadas salen perjudicados pues difícilmente pueden acceder a comprarlas y además estarán a la merced de lo que el nuevo propietario quiera hacer con ellas, la Iglesia sufre un fuerte golpe económico del que difícilmente podrá recuperarse, el patrimonio cultural y artístico se deteriorará considerablemente (ruina de edificios de gran valor artístico) pues los nuevos propietarios no considerarán conveniente invertir en su mantenimiento, y la producción no mejoraría sustancialmente pues los nuevos propietarios (burguesía absentista) no pondrán el interés ni realizarán las inversiones necesarias.
- Desamortización civil de Madoz (1.855): obliga a los municipios a vender, mediante subasta pública, a los particulares sus tierras de propios (tierras de cultivo que pertenecen al municipio y que explotan los vecinos a cambio del pago de una renta). Establece que 1/10 del dinero que se obtenga de estas ventas debería pasar directamente a manos del Estado y los restantes 9/10 deberían invertirlo los municipios en la compra de Deuda Pública del Estado (a un interés de 3%). El objetivo principal de esta ley es el que el Estado pueda conseguir recursos suficientes para la construcción de las líneas ferroviarias (no por casualidad se aprueba en el mismo año la Ley General de Ferrocarriles).
Sin embargo en muchos municipios sus autoridades deciden subastar, junto con los propios, también las tierras comunales (tierras no cultivables, pastos y bosques, que permitían la utilización por parte de todos los vecinos). El resultado de todo este proceso de privatización de las tierras municipales será que muchos municipios se quedarán sin recursos pues pierden definitivamente unos bienes que desde siglos les permitían tener una autonomía económica. También fueron muy perjudicados los vecinos más pobres (no tenían ninguna posibilidad de convertirse en propietarios), por el contrario los grandes beneficiados son las oligarquías locales (que suelen ser también las mismas autoridades municipales), que organizaron el sistema de subastas a la medida de sus ambiciones.
Todo esto supone que al pasar del feudalismo al capitalismo en España no solo no desaparecen las grandes propiedades latifundistas, muy importantes especialmente en Extremadura, La Mancha, Andalucía..., sino que se mantienen (y en muchos casos se incrementan), pero ahora en manos de una oligarquía de terratenientes de origen burgués. Los nuevos propietarios no se verán estimulados a realizar inversiones en nuevas técnicas y sistemas de cultivo sino que prefieren utilizar la numerosa mano de obra existente (jornaleros con salarios muy bajos) y presionar al Estado para que desarrolle una política proteccionista que le garantice precios altos, y ganancias seguras, para sus productos (especialmente el trigo). El resultado de esto será un atraso relativo de la agricultura española.

La industria
Las actividades industriales más características de la primera revolución industrial son la industria textil (principalmente algodonera), la siderurgia y la minería del carbón y del hierro y también se introducen en España, aunque con mayor lentitud y debilidad que en los principales países de Europa Occidental, a partir de la década de 1.830 (aprobación de leyes como la abolición definitiva de los gremios, libertad de empresa).
- La industria textil algodonera se consolida principalmente en Cataluña (Barcelona, Sabadell, Tarrasa, Manresa). Aquí ya existía el precedente, en el siglo XVIII, de la fabricación de indianas (tejidos de algodón que se vendían en las colonias americanas) con técnicas industriales semejantes a las británicas de la época, sin embargo la guerra de 1.808-1.814 y sus secuelas (pérdida de los mercados americanos) repercutieron muy negativamente. Pero en la década de 1.830 se recupera la actividad industrial mediante importantes inversiones en maquinaria moderna (telares mecánicos movidos a vapor o por energía hidráulica) y en las siguientes décadas se desarrolla una creciente actividad productiva, que en ningún modo podía competir con otros países, destinada exclusivamente al consumo del mercado interno y de las pocas colonias que se conservaban (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Por ello era imprescindible para la supervivencia de este sector la adopción de una política proteccionista.
- La industria siderúrgica consiste en utilizar grandes cantidades de carbón para la fundición del mineral de hierro en los altos hornos. Para ello es preciso disponer, además del capital necesario para la constricción del alto horno, de minas de carbón y de hierro. En España la industria siderúrgica surgió en Andalucía (en 1.833 se construye el primer alto horno en Marbella, poco después se construyen otros en la provincia de Sevilla) y utilizaba como fuente de energía el carbón vegetal, de peor calidad y mucho más caro que el mineral (pues las zonas mineras carboníferas estaban muy lejos). Así pues en los años 30 y 40 del siglo XIX la mayor parte del hierro producido en España era andaluz. Sin embargo en los años 50 aparece otro foco siderúrgico en Asturias (en 1.852 se construye el primer alto horno de esta zona en Míeres), pero aquí se utiliza el carbón mineral de la muy próxima cuenca minera, por lo que el hierro asturiano será mucho más barato que el andaluz. Cuando en los años 60 se construyan las principales líneas ferroviarias que permitan que el hierro asturiano llegue a todas las regiones del país, la siderurgia andaluza no podrá soportar esta competencia y terminará desapareciendo definitivamente. Sin embargo también la industria siderúrgica española, como la textil, era poco competitiva con la extranjera, por lo que para poder desarrollarse precisaba de medidas proteccionistas (pero éstas, en gran parte brillaron por sus ausencias, pues el Estado permitió la importación de grandes cantidades de hierro extranjero para la construcción de las líneas ferroviarias españolas).
Las causas del inferior desarrollo industrial de España son diversas: por una parte existe el factor fundamental de la escasez de las inversiones, pues la burguesía española prefiere invertir sus capitales en otras actividades menos arriesgadas (compra de tierras desamortizadas, compra de Deuda Pública, especulación con el suelo urbano y con la construcción del ferrocarril..), y los capitalistas extranjeros prefieren invertir en el ferrocarril o en las explotaciones mineras más rentables (cobre, carbón). Por otra parte está el factor de que los mercados son muy reducidos ya que la industria española, al no poder vender sus productos en el mercado extranjero, tiene que contar exclusivamente con el mercado nacional (España y sus escasas colonias) cuya capacidad de consumo es muy limitada.

El ferrocarril
También el ferrocarril se construye con retraso. Hasta 1.855 los moderados, desde el poder, se dedican principalmente a establecer el sistema radial según el cual deberían construirse posteriormente las líneas ferroviarias (con Madrid en el centro) y promover negocios especulativos sobre el tendido, pero las líneas que en realidad se construyen son pocas y aisladas: Barcelona-Mataró (1.848), Madrid-Aranjuez (1.851), Valencia-El Grao (1.852). Pero en 1.855 los progresistas le darán un gran impulso a la construcción mediante la aprobación en este año de la Ley de Desamortización Civil y de la Ley General de Ferrocarriles. Esta ley estipula grandes alicientes económicos para los capitales privados, tanto extranjeros como nacionales, que se inviertan en la construcción de los ferrocarriles españoles: el Estado garantiza una rentabilidad de un 6 % al capital que se invierta (el dinero necesario se obtiene de la desamortización de bienes municipales) y, además, se permite importar libremente y sin cargas arancelarias todo el hierro necesario. De este modo se constituyen diversas compañías ferroviarias (MZA, Compañía del Norte) con capital mayoritariamente extranjero (francés, belga..), y en menor medida nacional, que durante los años siguientes construyen a un gran ritmo las principales líneas del país (4.500 Km. entre 1.856 y 1.865). Estas compañías ferroviarias consiguieron grandes beneficios durante esta fase de la construcción, pero cuando acaba y llega el momento de explotar las líneas, los beneficios disminuyeron sensiblemente pues la economía española del momento no estaba lo suficientemente desarrollada como para protagonizar un volumen de intercambios de mercancías y pasajeros que fuese suficientemente rentable, esta situación desembocaría en la crisis de 1.866.
Los ferrocarriles españoles se construyeron con un ancho de vía distinto al de Europa (lo que dificultaría considerablemente los intercambios en el futuro) y la medida de importar libremente y sin cargas arancelarias todo el hierro necesario contribuyó poco para estimular de desarrollo de la industria siderúrgica española (al contrario de lo que sucedió en otros países), pero su construcción supuso el importante efecto positivo de permitir, por primera vez en la historia, la existencia de un mercado nacional articulado.

13.2 Transformaciones sociales. Crecimiento demográficos. De la sociedad estamental a la sociedad de clases. Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España.
La población española comienza a experimentar en el aspecto demográfico cambios importantes que se seguirán desarrollando en las etapas posteriores. Entre 1.797 (catastro de Floridablanca) y 1.857 (primer censo general) la población aumenta de 10´5 millones hab. a 15´5 millones hab. En ningún otro momento anterior de la historia de España se había producido un crecimiento de la población tan intenso (4´8 ‰ anual). Este crecimiento se debe principalmente a la elevada natalidad, pues la mortalidad, aunque tiende a disminuir algo, sigue siendo aún muy alta (guerras, hambrunas, epidemias de cólera en 1.835 y 1.855.). El nivel cultural es muy bajo (la tasa de analfabetismo de 1.860 es el 80 %, y es bastante superior entre las mujeres). La densidad de población es baja (30´5 hab. /km2 en 1.857) y ahora comienza a manifestarse el proceso (que continuará hasta nuestros días) de progresiva concentración de la población en la periferia en perjuicio de las zonas interiores. La mayor parte vive en zonas rurales (en 1.856 solo el 25% de la población vive en núcleos superiores a 5.000 hab.), pero en las principales ciudades se producirán novedades significativas: se desarrolla una creciente actividad industrial que atrae población de las zonas rurales; esto implica una necesidad de aumentar su superficie (las murallas medievales son un obstáculo y terminan siendo derribadas) construyendo nuevas zonas residenciales. Además las ciudades necesitan ser dotadas de servicios modernos: agua, alcantarillado, alumbrado de gas, ferrocarril, etc. Esto supondrá para las burguesías locales la posibilidad de hacer grandes negocios mediante la construcción, la especulación de los suelos urbanizables y la constitución de sociedades anónimas de abastecimiento de agua, gas, etc.

En cuanto a la composición social, en este periodo se consolida definitivamente el sistema propio de una sociedad de clases de tipo capitalista en la que, si bien ya no hay una división entre sectores privilegiados y no privilegiados (la ley, en principio, es la misma para todos), si que existirán grandes desigualdades de tipo económico:
- El poder político y económico está en manos de una oligarquía compuesta por elementos procedentes de la alta nobleza: son unas pocas familias que no se perjudican cuando desaparece el feudalismo, pues aunque perdieron los ingresos derivados de sus derechos jurisdiccionales lograron conservar gran parte de sus tierras (convertidas ahora en propiedad privada con plenos derechos sobre ellas) e incluso aumentarlas con las desamortizaciones. También forman parte de la oligarquía dominante las diversas capas sociales que forman la alta burguesía: terratenientes, financieros, especuladores, banqueros, industriales, grandes comerciantes, altos funcionarios del Estado. Muy frecuentemente se producen situaciones de conexiones entre todas estas actividades (terratenientes que son también banqueros, industriales que compran tierras.). Sin embargo no hay que olvidar que los grandes propietarios latifundistas, tanto los de origen nobiliario como los burgueses que se benefician de las diversas desamortizaciones, son el sector hegemónico, como corresponde a un país donde la tierra es, aún, la principal fuente de riqueza.
La oligarquía, como clase social dominante, contará con el inestimable apoyo (además de la reina) de dos instituciones cada vez más identificadas con ella: el ejército y la Iglesia. El ejército es una institución muy jerarquizada y está organizado mediante el odiado sistema de quintas, que recae exclusivamente en las clases sociales más pobres (el servicio militar lo realizan 1/5 de todos los mozos, según sorteo anual, pero los que proceden de las familias más ricas pueden librarse pagando dinero a cambio). Es una institución muy propensa a intervenir autoritariamente en la vida política del país mediante pronunciamientos (“cuartelazos”) según la tendencia política de sus dirigentes: aún pervive una significativa división política entre ellos (moderados unos y progresistas otros). Muchos de los “espadones” moderados más significativos (Narváez, O´Donnell, Serrano.) tendrán tanto poder que se convertirán importantes políticos del momento. En cuanto a la Iglesia, si bien gran parte de ella en un principio se manifiesta partidaria del carlismo y se opone al nuevo orden burgués, a partir de la década de 1.840 cambiará de postura: admitirá la desamortización de sus tierras como algo irreversible (y con ello tranquiliza las conciencias de la oligarquía que se quedó con sus tierras) y se reconcilia con el nuevo orden burgués (del que ahora se convierte en defensor con los mismos argumentos que anteriormente defendía el sistema feudal: el poder procede de Dios), y a cambio obtendrá grandes beneficios tales como la financiación por parte del Estado, el control de sectores importantes de la enseñanza, el derecho a acumular nuevas propiedades, todo lo cual le permitirá mantener aún una gran influencia social.

Esta oligarquía detenta el poder a través del partido moderado. Su ideología (cuyos principios básicos están recogidos en la Constitución de 1.845) es muy conservadora: en lo político defiende el principio de la soberanía compartida frente al principio de la soberanía nacional o popular, un sistema de sufragio muy restringido para una minoría (rechazo del sufragio universal), la restricción de la libertad de expresión mediante una fuerte censura, un centralismo extremo, y utiliza la represión (ejercida por la guardia civil, y en ultima instancia por el ejército) frente a cualquier situación que amenace su concepto de “orden y paz social”. En lo económico es partidario de una política proteccionista, que beneficia tanto a los terratenientes de las zonas trigueras como a los industriales. En lo social se opone a reformas como el derecho de asociación, de sindicación, de huelga.
La pequeña burguesía (o clase media) es una clase predominantemente urbana, pero aún es poco numerosa y, por lo tanto, su peso social es escaso. Está compuesta por capas muy diversas, tanto en el aspecto económico como en el nivel cultural: profesionales liberales (abogados, notarios, médicos), profesores universitarios, pequeños comerciantes, pequeños industriales, artesanos, funcionarios de niveles medios y bajos, etc. Esto explica que parte de ella tienda a identificarse con la oligarquía y con los valores que representa y que otros sectores, en cambio, sean partidarios de políticas de planteamientos más progresistas.
La clase obrera también es un sector predominantemente urbano, cuyo número aumenta constantemente debido a la progresiva emigración de campesinos pobres hacia las ciudades. Lo que caracteriza principalmente a sus miembros es su condición de asalariados. Está compuesta, tanto por los sectores que trabajan en servicios diversos (criadas domésticas, dependientes de comercios, mozos, aprendices.) como por el proletariado industrial.
Éste último es un sector muy poco desarrollado a escala nacional, como corresponde a una época en que está naciendo las primeras formas de capitalismo industrial, pero es especialmente importante en la zona textil de Cataluña (hacia 1.850 son aproximadamente 100.000: la mitad de todo el país), en las zonas mineras, en la periferia de las principales ciudades (pequeñas industrias) y en la construcción del ferrocarril. Sus condiciones laborales son muy duras: explotación del trabajo de mujeres y niños, jornadas de trabajo superiores a 12 y 14 horas, salarios muy escasos, condiciones de trabajo muy perjudiciales para la salud, precariedad total en caso de accidente laboral o enfermedad, férrea disciplina que impedía cualquier forma de protesta bajo la amenaza de despido automático, etc. Sus condiciones de vida son muy miserables: barrios degradados y sin servicios, viviendas inhabitables, elevada mortalidad (hay enfermedades muy extendidas, además de las laborales, como la tuberculosis, el cólera), incultura, alcoholismo, etc.
Las primeras manifestaciones de protesta obrera contra estas condiciones laborales y de vida fueron de tipo violento: el ludismo (destrucción de las máquinas modernas a las que se culpa del aumento del paro y de los salarios bajos) y surgieron en 1.821 en Alcoy y en 1.835 en Barcelona (incendio de la fábrica Bonaplata, la primera que introdujo maquinaria de vapor), pero progresivamente se desarrollaron otros métodos de lucha, más maduros y efectivos, basados en el asociacionismo, la unidad de acción y la utilización de la huelga contra los patronos. Por ello un objetivo fundamental de esta etapa inicial de la historia del movimiento obrero español será conseguir el derecho de asociación y de huelga: ya en la década de 1.830 surgirán las primeras sociedades de socorros mutuos (entidades privadas de carácter asistencial) que serán el precedente de las primeras formas de sindicalismo obrero.

En el aspecto político, el partido progresista contará, durante mucho tiempo, con el apoyo de las masas urbanas compuestas por amplios sectores de la pequeña burguesía y del proletariado, pues éstas aspiran a que cuando aquel llegue al poder se realicen reformas profundas que mejoren sus condiciones de vida: supresión del sistema de quintas, eliminación de los impopulares impuestos indirectos (tasas, consumos), legislación laboral y salarial avanzada, derecho de asociación y de huelga, etc. Sin embargo este partido estará dirigido por elementos acomodados, entre los que destacan, sobre todo, famosos “espadones” del ejército tales como Espartero y Prim, que llegarán a ser muy populares entre las masas urbanas. Estos dirigentes no son partidarios de medidas tan avanzadas, y su postura ideológica (está perfectamente recogida en la Constitución de 1.837) es, en realidad, solo algo más avanzada que la del partido moderado: soberanía nacional, sufragio restringido (aunque algo más amplio), mayores niveles de libertad de expresión, restablecimiento de la Milicia Nacional, una política económica menos proteccionista, cierto anticlericalismo, etc. Para conseguir llegar al poder los progresistas suelen actuar de la siguiente manera: promueven un pronunciamiento militar protagonizado por el sector progresista del ejército, que se complementa con la participación de las masas urbanas mediante la formación de “juntas revolucionarias” (que plantean necesidad de realizar urgentemente las reformas antes mencionadas) en las principales ciudades. Si se logra con estos procedimientos el triunfo y se constituye un nuevo gobierno de signo progresista, lo primero que hacen los dirigentes del partido, desde el poder, es disolver las juntas revolucionarias y postergar la realización de dichas reformas. Con ello pierden un importante apoyo popular y, al cabo del tiempo, el poder, que vuelve a manos de la oligarquía moderada (esto explica perfectamente lo que sucede durante los diversos momentos de gobierno de Espartero).

Progresivamente irán surgiendo otras posiciones políticas situadas más a la izquierda del partido progresista y que recogerán el apoyo de las masas urbanas desencantadas que se le vayan alejando:
El partido demócrata (fundado en 1.849) se caracterizará principalmente por la defensa del sufragio universal (solo para los hombres) y por mayores niveles de libertades individuales de imprenta, de culto, de asociación, etc.
El republicanismo: Hace suyas las reivindicaciones económicas y sociales más avanzadas y las identifica con un régimen político no monárquico.

El campesinado es el sector más numeroso de la población (66 % de la población total). Los cambios en el sistema de propiedad de la tierra (desvinculación, supresión de los señoríos, desamortización civil y eclesiástica) no afectaron a todo el campesinado de la misma manera. En algunos casos los campesinos pudieron comprar las tierras que se desamortizaban o las que muchas familias nobiliarias ponían a la venta, pero lo habitual fue que el campesinado más pobre no solo no logró mejorar sus condiciones de vida sino que, en muchos casos, éstas empeoraron. Además, en las zonas rurales se instalará una situación de dominación por la que los campesinos estarán sometidos a las oligarquías locales: los caciques. Éstos, que están muy vinculados a las autoridades superiores, controlan los ayuntamientos, son los prestamistas, proporcionan o deniegan la posibilidad de trabajar, manipulan las elecciones en beneficio suyo, etc.
La condición del campesinado es variada. Hay un sector de medianos y pequeños propietarios (20 % de la población total, y predominan en la mitad Norte de España) muchos de los cuales tiene una propiedad tan escasa que tienen que trabajar también como arrendatarios o/y jornaleros. Los arrendatarios y aparceros (el 7% de la población total) son los antiguos vasallos que ahora cultivan la tierra del propietario a cambio de un pago en dinero o en especie; ya no están sometidos a servidumbres de tipo jurisdiccional, pero trabajan con una mayor precariedad que antes: los contratos de arrendamiento suelen ser de corta duración (hay excepciones importantes) y al acabar pueden ser expulsados de la tierra sin derecho alguno. Finalmente están los jornaleros: es el sector más numeroso (alrededor del 40 % de la población total) y el que vive más miserablemente; es especialmente abundante en las zonas más latifundistas: Extremadura, La Mancha, Andalucía. No tienen tierras propias y viven de los escasos salarios que consiguen cuando hay trabajo (épocas de siembra, cosecha, etc.), algunos de ellos son pequeños propietarios, arrendatarios o aparceros que necesitan trabajar también como asalariados para poder subsistir.
Así pues, es explicable que las malas condiciones de vida de gran parte del campesinado español generen una situación de rechazo contra el orden burgués, que en el caso de los pequeños propietarios del N. de Castilla, País Vasco, Navarra, y de zonas de Aragón, Cataluña y Valencia se canaliza en el apoyo al carlismo. Pero en las zonas latifundistas de La Mancha, Extremadura y, sobre todo, Andalucía, donde el hambre de tierras es permanente entre los campesinos más pobres, dicho rechazo se plasma a través del fenómeno del bandolerismo rural (los bandoleros proceden del campesinado y cuentan con su apoyo), y mediante constantes agitaciones y revueltas (sobre todo en los años de malas cosechas y de hambre) contra los grandes propietarios (la más importante de ellas es la 1.863 en Loja, Granada). La respuesta a todo esto, desde el poder, será el empleo de la represión por parte de la Guardia Civil y, si es preciso, del ejército.

Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España
La ruptura del sistema del Antiguo Régimen significó el final de los Gremios como forma de producción. Sus oficiales y aprendices pasan a ser un proletariado cada vez más desprotegido ante los intereses del capital que les harán sobrellevar una vida miserable o emigrar. La velocidad de este proceso dependerá del grado de desarrollo industrial de las distintas ciudades, siendo Barcelona y su entorno el lugar en donde será más evidente y profundo. Será precisamente allí en donde se producirán las primeras manifestaciones del movimiento obrero.

Políticamente muchos de sus miembros se acercarán a los partidos demócratas (sufragio universal, libertad de asociación, reducción de impuesto de consumos, eliminación de quintas) y más tarde (Sexenio) a los republicanos, participando activamente en alguna de las Juntas y revueltas que organizan sus sectores más radicales (Bienio Progresista, revolución de Septiembre de 1868, apoyo inicial a la I República de la que muy pronto quedarán desencantados ante la lentitud de las reformas, volviéndose contra ella).
Además de esta vertiente política, este proletariado iniciará, al igual que ocurre en toda Europa, un proceso asociacionista (Movimiento Obrero) en defensa de sus intereses económicos.
Tras unas primeras manifestaciones derivadas del socialismo utópico de Fourier (falansterio de Jerez), el proletariado intentará el reconocimiento legal de sus organizaciones (concedida en 1840) que culminará en la primera huelga general (Barcelona, 1854) por el descontento de los obreros ante la introducción de las máquinas selfactinas (máquinas automáticas para la hiladura). Tras varios episodios de violencia, se intentará llegar a un acuerdo con el gobierno (proyecto de ley que mantendría el derecho de asociación, jornada laboral de 10 horas, creación de jurados mixtos y prohibición del trabajo infantil con escuelas industriales gratuitas). La salida de Espartero del gobierno (fin del bienio, julio 1856) deja paralizada tal reforma.

A nivel internacional, el movimiento obrero español también participa en la AIT a partir de 1868, mandando un delegado. La propia Internacional envía a Guiseppe Fanelli (de tendencia anarquista) a la formación de una sección nacional de la misma, consiguiendo una gran cantidad de afiliados que se realizarán su primer congreso en 1870 (Federación de Trabajadores de la Región Española, FTRE), en donde triunfa la tendencia anarquista (muy presente en Barcelona y el campo andaluz) frente a un socialismo más minoritario (País Vasco y Madrid).
Todo este crecimiento, acompañado por numerosas huelgas y manifestaciones, a veces violentas, crea un sentimiento de inseguridad entre las clases altas y medias que controlan el poder, pues ven en estas organizaciones un verdadero peligro para el sistema liberal. Fruto de esto serán las políticas represivas de Sagasta (1872, durante el reinado de Amadeo I).
Durante la I República (y especialmente bajo el gobierno de Pi Y Margall al que apoyan), gran parte de sus propuestas se encuentran recogidas por el proyecto de Constitución de 1873, aunque la deriva hacia el conservadurismo del régimen (gobiernos de Salmerón y Castelar) volverán a enfrentarse contra los internacionalistas que serán finalmente disueltos por parte de Serrano en 1874.

13.3 Transformaciones culturales. Cambio en las mentalidades. La educación y la prensa
1. CAMBIO EN LAS MENTALIDADES: KRAUSISMO, POSITIVISMO, DARWINISMO.
La cultura española del siglo XIX se caracteriza por la influencia de las corrientes culturales europeas, por la difícil convivencia entre tradición y progreso, por el elevado analfabetismo y el escaso interés por la cultura y la ciencia.
Destaca la irrupción del krausismo como modelo de pensamiento. Se trataba de un sistema filosófico formulado por los alemanes Christian Krause y Heinrich Ahrens, e introducida en España por el profesor Julián Sanz del Río hacia 1874. Pronto se formará un grupo en el que se encontraban Giner de los Ríos, Bartolomé Cossío, Canalejas, Fernando de Castro, Rafael Altamira, Salmerón y Azcárate. Su ideología se basaba en la primacía de la razón, la defensa de la libertad de conciencia, el culto a las ciencias experimentales, liberalismo y tolerancia, moral austera, importancia de la disciplina y del cumplimiento del deber individual, optimismo en la naturaleza humana, anticlericalismo y espiritualismo de carácter místico-panteísta que condujo a buscar la presencia de Dios en la naturaleza, la más auténtica manifestación divina.
Pensaban también que la falta de libertad había impedido el desarrollo de la ciencia en España, culpando a la intolerancia católica y a la Inquisición el haber deformado a los españoles hasta convertir nuestro país en un cuerpo enfermo, sufriendo por esto duros ataques del clero.
Propugnaban la incorporación de las mujeres a la enseñanza, la europeización del país, la reforma de las costumbres y la confianza en la acción educativa y pedagógica para superar la ignorancia.
La principal obra del krausismo fue la creación en 1876 de la “Institución Libre de Enseñanza” en Madrid, a la que se añadió en 1907 la “Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas”.

Por su parte, el positivismo impulsó la incorporación de los modernos métodos científicos al estudio de los fenómenos sociales, dejando de lado las especulaciones metafísicas del pasado. Fueron aplicados a los estudios sociológicos (Azcárate), antropológicos (Antonio Machado Álvarez) e historiográficos (Altamira).

El darwinismo también penetró entonces. En 1877 Darwin fue nombrado profesor numerario de la Institución Libre de Enseñanza, siendo González Linares el encargado de difundir sus teorías, provocando numerosos ataques de la Iglesia.

2. LA EDUCACIÓN.
Tras el Sexenio Democrático, un periodo en el que había existido una amplia libertad de cátedra, la Restauración significó el establecimiento de una rígida censura contra cualquier manifestación antimonárquica o contra el dogma católico. Esto hizo que algunos catedráticos fundaran la Institución Libre de Enseñanza, con una pedagogía de vanguardia.
Fuera de este islote, se mantuvo la enseñanza tradicional, basada en métodos anticuados y poco críticos y sometida a la vigilancia estricta de la Iglesia católica. Más de 50,000 religiosos y religiosas se dedicaban a la enseñanza, sobre todo en Primaria, donde apenas intervenía el Estado.
La enseñanza secundaria se ceñía a 50 institutos repartidos por todo el territorio, destinados a los hijos de familias con posición acomodada.
Esta situación del sistema educativo provocó un gran atraso en el desarrollo científico y la investigación., manteniéndose una mentalidad atrasada y tradicional en las clases dirigentes del país.

3. LA PRENSA.
Fue uno de los principales vehículos de expresión y creación de estados de opinión y de difusión de las corrientes culturales europeas. A través de la prensa se dieron a conocer las obras de los principales escritores e intelectuales y, sobre todo, los acontecimientos más destacados de la época.
Ya tuvo una resonante importancia durante el Trienio Liberal, llegándose a publicar más de medio centenar de periódicos. Sin embargo, es a partir de los años 30 cuando la prensa adquiere una dimensión nacional. En la época isabelina destacan diarios como “La Época”, “La Iberia”, “El Clamor Público” o “La Democracia”, a través de los cuales se difunde el liberalismo.
Desde los años 60, la madurez y el pluralismo de la prensa española se manifiesta en la aparición de un nuevo tipo de periódicos de información general, como “El Imparcial” o “La Correspondencia de España” y de nuevas publicaciones de prensa especializada y de revistas ilustradas como “La Ilustración Española y Americana” de 1869.

4. LAS MANIFESTACIONES LITERARIAS Y ARTÍSTICAS.
Distinguimos en el siglo XIX dos periodos separados por el Sexenio Democrático. En el primero el romanticismo histórico, impulsado por la influencia de Chateubriand y Walter Scott, da lugar a un romanticismo tradicionalista y antiliberal en las obras de Alberto Lista y Agustín Durán. El romanticismo liberal aparecerá hacia 1834, influido por la obra de Víctor Hugo, siendo sus principales representantes Larra, Martínez de la Rosa y José de Espronceda. Tendrá también un componente regional como ocurre con la Renaixença catalana.
A mediados de siglo se impone el realismo, representado por las obras costumbristas de Fernán Caballero. No obstante el Romanticismo continuará tanto en la obra de Bécquer como en la de Rosalía de Castro.

La arquitectura compaginó elementos modernistas (ensanches de Barcelona y Madrid) con la historicista (neoclásico, neogótico, neomudéjar). La escultura mantuvo viva la tradición neoclásica en la obra de Bellver, Querol o Benlliure. La pintura fue más rica y variada. El neoclasicismo dio pasó a los románticos Alenza y Lucas. El realismo tiene en Madrazo, Martí y Ansina a sus principales representantes con escenas de la vida cotidiana. Hacia mediados de siglo se impone el academicismo de tipo histórico, destacando Eduardo Rosales, Gisbert, Pradilla y Mariano Fortuny.
En segundo periodo el realismo se impone en su vertiente naturalista, destacando Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas “Clarín”, Valera, Blasco Ibáñez o Pardo Bazán que nos muestran una España urbana y rural desde un punto de vista crítico.
Entre los años 1898 y 1914 triunfan las tesis modernistas de los hombres de la generación del 98 y del regeneracionismo.
Se produce en el ámbito musical un auténtico afán nacionalista, inspirado en la riqueza del folklore: Sarasate, Albéniz, Granados, Turina y, sobre todo, Falla y Rodrigo.
El arte de finales del siglo XIX tiene en el arquitecto catalán Antonio Gaudí el máximo exponente de la arquitectura modernista. En pintura destaca Casas, Rusiñol, Nonell, Zuloaga y un joven Picasso. También se puede hablar de un arte de exaltación del regionalismo en autores como Pinazo y Sorolla (Valencia), Romero de Torres (Andalucía) o Zubiarte y Arteta (País Vasco)
A principios del siglo XX se impone la arquitectura funcional, los escultores Macho, Julio González y Gargallo desarrollan los “istmos” y Picasso y Gris iniciarán el cubismo.

JV

sábado, 18 de febrero de 2012

EL HAMBRE DE SABER DA LA VIDA


¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: "amor, amor", y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: "¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!".
Si pulsáis sobre estos dos párrafos, accederéis a una magnífico post de Pedro Cabrera donde recoge un discurso de Federico García Lorca en la inauguración de una biblioteca en su querida Fuente de Vaqueros. Este texto recoge eso que os digo muchas veces: aprender es la mejor forma de amar y de vivir. Leed este magnífico discurso y disfrutar.
JV

viernes, 10 de febrero de 2012

Sobre la precariedad de la conciencia crítica, Raffaele Simone

En el artículo que referenciamos se extractan algunas ideas sugerentes de la obra publicada por Simone, "el monstruo amable". Nos propone una serie de ideas para la reflexión que pueden ser un buen ejercicio para los momentos que nos ha tocado vivir: socialización de la crisis como forma de hacerla más digerible, defensa de ideas esenciales huyendo de un pragmatismo muchas veces castrador e inoperativo, busqueda de alternativas a los intentos uniformadores de lecturas unidireccionales. En definitiva la propuesta de un libro que puede ayudar a plantearse alternativas a caminos únicos que no consiguen subvertir la dura situación de crisis, no sólo económica sino de ideas.
jv

viernes, 3 de febrero de 2012

Tema 12: La construcción y consolidación del Estado Liberal

12. La Construcción y consolidación del Estado Liberal (1833-1898)
12.1 El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: Carlismo y Guerra Civil. La cuestión foral. Construcción y evolución del Estado Liberal
Isabel nació en 1830 y su nacimiento supuso el inicio de un conflicto que la seguirá a lo largo de su reinado. El problema sucesorio, que tenía su origen en la Ley Sálica, de origen francés, que no permitía el acceso al trono de las mujeres. Pese a ello Fernando VII, influido por su mujer María Cristina, promulgó la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica y permitía a su hija reinar con el nombre de Isabel II. Pero los partidarios del tío de Isabel D. Carlos (carlistas) se opusieron de forma feroz a esta situación.
El problema esencial no era quien debía reinar sino el choque entre dos modelos de sociedad. Entorno a D. Carlos se agrupan las fuerzas más partidarias del Antiguo Régimen, los defensores de la tradición, los opuestos a cualquier forma de liberalismo. Maria Cristina vio claro que debía agrupar en la causa de su hija a las personas que defendía el liberalismo formó un gobierno reformista, decreto una amnistía que supuso la vuelta de 10.000 exiliados.
Estos dos bandos se iban a enfrentar de forma inevitable. La muerte de Fernando VII en 1833, reafirmando a su hija como heredera al trono con 3 años, supuso la toma de postura de los carlistas que proclamaron rey a D. Carlos el mismo día promoviendo un levantamiento absolutista en el norte de España, que supuso la 1º Guerra Carlista.

Carlismo y Guerra civil. La cuestión foral.
El carlismo da forma a lo que aún hoy se conoce como la cuestión foral. El carlismo se define como tradicionalista y antiliberal, englobó a la nobleza rural (defensora de los fueros), a gran parte del clero y también a una base social campesina de las zonas rurales de País Vasco, Navarra, parte de Cataluña, Aragón y Valencia.
Eran esencialmente propietarios empobrecidos, artesanos arruinados o arrendatarios enfitéuticos, que veían con recelo las reformas tributarias, la igualdad jurídica, la separación de Iglesia y Estado y la supresión de los fueros tradicionales. No les gustaba la igualdad de los nuevos tiempos querían los particularismos del Antiguo Régimen (tanto las clases altas, como las bajas, tenían miedo a los cambios). Defendían lo rural frente a lo urbano.
Pese a todo algunos grupos absolutistas fieles a Fernando VII (grupos urbanos y élites de funcionarios y clero) apoyaron a la reina regente y a su hija. Pero Maria Cristina buscó el apoyo del liberalismo moderado (defensor de una monarquía inserta en un régimen liberal que defendiera sus intereses, no querían revueltas populares). Pero el desarrollo de la guerra hizo necesario ampliar la base de apoyo a la reina y se tuvieron que abordar reformas progresistas para aglutinar la base popular de las ciudades y las clases medias ilustradas.
La guerra fue larga y cruenta (6 años), aunque la confrontación ideológica que la provocó durará una siglo hasta la guerra civil.
La guerra inicialmente se vinculó a las zonas rurales y con guerra de guerrillas contra los intereses del Estado. La tardanza en la reacción de Madrid permitió a Zumalacárregui organizar un ejército de 25.000 hombres, mientras Cabrera unificaba las partidas aragonesas y catalanas. D. Carlos con esta situación entró en España y se puso al frente del ejército sublevado que avanzó hacia Madrid intentando tomar la ciudad, al fracasar volvieron al Norte.
Este conflicto también tuvo su dimensión internacional, a D. Carlos le apoyaron las potencias absolutistas: Rusia, Prusia o Austria y a Isabel II, Inglaterra, Francia y Portugal, que veían con buenos ojos la implantación del liberalismo moderado en España.
El sitio de Bilbao fue clave en la contienda, la muerte de Zumalacárregui en 1835 y la victoria de Espartero en Luchana, marcaron el curso del conflicto. Entre 1837-1839, los carlistas se escindieron en dos ramas los transaccionistas partidarios de un acuerdo con el liberalismo moderado y los intransigentes, más cercanos a D. Carlos y apoyados en la radicalizada base campesina que quería seguir la guerra.
El general Maroto, líder de los transaccionistas llegó a un acuerdo con el general Espartero en el famoso Convenio de Vergara (1839) (conocido también con el abrazo de Vergara). Fue una derrota honrosa para los carlistas, al menos así se vendió. Conservaron los fueros de las provincias vascas y Navarra. Se integró a los oficiales carlistas en el ejército real, hecho que constituyó un gran error político. Sólo resistiría Cabrera en el Maestrazgo (Valencia) hasta 1840.
La guerra carlista aceleró la necesidad de implantar una revolución liberal en España, pero controlada desde el poder, para ello se nombró a un viejo liberal “doceañista” (que había participado en la Pepa) para llevarlo a cabo: Martinez de la Rosa, quien en 1834 promulga el Estatuto Real. Es una carta otorgada, no una constitución, con un sistema bicameral y un sufragio censitario (0,15 % de la población), es un texto que recoge las aspiraciones de la burguesía y la participación real. Evidentemente no está por la soberanía nacional, ni por la separación de poderes. Las Cortes sólo votaban impuestos y no tenían iniciativa legislativa.
El régimen que plantea este Estatuto, es un ejemplo claro de liberalismo censitario, partidario de limitar el poder absoluto pero sólo por parte de un parlamento representativo de los sectores “responsables” de la sociedad y el acceso exclusivo de las clases acomodadas a la acción política, marginando a la inmensa mayoría de la población.
En consecuencia, era evidente que el Estatuto era absolutamente insuficiente y la escisión entre liberales progresistas y moderados cada vez era más importante. El conflicto entre ambas posturas marcara el resto del reinado de Isabel II, que intentó nadar entre dos aguas, no por convicción, sino por necesidades políticas.
En este contexto los progresistas que dominaban el movimiento popular, con gran influencia en la Milicia Nacional, comienzan a protagonizar numerosas revueltas urbanas en Andalucía, donde algunas juntas propusieron el alzamiento armado. Aunque lo peor sucedió en Barcelona donde la revuelta popular de los bullanges, provocó la quema de conventos, incendios de fábricas y culminó con la constitución de una Junta que dirigida por los elementos liberales más progresistas gobernó durante semanas el Principado. Algo similar ocurrió en Madrid, resulta muy interesante valorar sus peticiones: reunión de cortes, libertad de prensa, nueva ley electoral, extinción del clero regular, reorganización de la milicia y leva de 200.000 hombres para acabar con los carlistas.
Ante esta situación la Regente nombra al progresista liberal Mendizábal como presidente del gobierno que actúa rápidamente, con la desamortización de bienes del clero que le dieran recursos para reorganizar el ejército contra los carlistas. Pero claro nobleza y clero vieron con temor las reformas y Mendizábal es destituido en el verano de 1836. Pero las revueltas en las ciudades se suceden y los pronunciamientos demandan un régimen constitucional en un marco de un modelo social y económico liberal. Este proceso culmina con el levantamiento progresista de la guarnición de la Granja, donde se encuentra la Regente, pasando el verano. Los progresistas asumen el poder y restablecen la Constitución de Cádiz.

Mendizábal, en dos etapas como jefe de gobierno entre septiembre 1835 y mayo del 1836 y como ministro de Hacienda entre agosto de 1836 y finales de 1837, se encarga de desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar el régimen liberal constitucional y de monarquía parlamentaria. La esencia de este proceso se basa en modificar la concepción jurídica de los derechos de propiedad, especialmente de la propiedad agraria. La reforma agraria actuó en tres ámbitos que ahora analizaremos pero consagrando dos principios básicos la propiedad privada y la libre disponibilidad de la propiedad.
La reforma actuó sobre tres bases esenciales:

1. La disolución del régimen señorial, que se concretó en una ley de 26 de agosto de 1837.
a. Los señores perdían sus atribuciones jurisdiccionales.
b. El antiguo señor se convertía en propietario agrario, no se respetaron los derechos consuetudinarios de explotación de la tierra (problema de futuro)
2. La desvinculación, que esencialmente significa que se liberan definitivamente las tierras de los patrimonios vinculados y sus propietarios pueden venderlas sin trabas. Grandes extensiones de tierra salieron al libre mercado para se compradas al mejor postor.
3. La desamortización de los bienes eclesiásticos que buscaba liquidez para el sistema y amortiguar la Deuda pública. El gran error fue aceptar vales de Deuda, lo que no permitió dar liquidez al sistema. También se buscaba una base social de propietarios que apoyará el liberalismo.
Otras leyes claves para liberalizar la economía:
• Abolición privilegios de la Mesta
• Derecho a cercar y a la libre explotación de montes y viñedos.
• Libertad de arrendamientos agrarios, precios y almacenamientos.
• Ley de comercio interior para la mayor parte de productos.
• Abolición de privilegios gremiales y implantación de libertad de industria y comercio, aboliendo aduanas interiores.
• Abolición diezmos eclesiásticos.

Constitución de 1837:
Supone la culminación de este proceso. Aunque se le puede criticar que asumió tesis del liberalismo doctrinario como el papel moderador de la monarquía, asume le concepto de soberanía popular, un amplio catalogo de derechos de los ciudadanos (prensa, opinión, asociación) y la ausencia de confesionalidad del Estado. Pese a todo, la inclusión del Senado y los poderes concedidos a la monarquía como derecho de veto, potestad de disolución del parlamento o nombramiento libre de ministros, restringió la reforma, máxime si tenemos en cuenta que el sistema electoral era censitario y muy restringido sólo tenían derecho al voto entre un 2 y un 4% de la población.

Construcción y evolución del Estado Liberal
Este sistema electoral propició que en las elecciones de septiembre de 1837, ganaran los moderados que intentaron desvirtuar los avances progresistas y más democráticos. En 1840, plantean una ley electoral aún más restrictiva, limitan la libertad de imprenta y promueven una ley para que la Corona nombre a los alcaldes de las capitales de provincia. Se intentó devolver sus bienes al clero secular e intentar devolver los bienes expropiados a las órdenes religiosas, además de diseñar un proyecto para reimplantar el diezmo.
La Regente aceptó esta política y los sectores más progresistas volvieron a la insurrección y a los movimientos para cambiar la situación, se fijaron en el General Espartero, triunfador ante los carlistas quien en Mayo de 1841 asume la regencia.
Pero Espartero tuvo una política muy autoritaria y se derechizó de forma muy importante y su política no cumplió las expectativas creadas. No obstante el gran problema surgió en 1842 con la aprobación del arancel que abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses, lo que ponía en una grave situación a la industria catalana, que se empezaba a recuperar. Esto provocó un levantamiento en Barcelona donde la burguesía y las clases populares hicieron frente común en defensa de sus intereses laborales. Las medidas para sofocar la revuelta fueron extremas (bombardear la ciudad) y los moderados con los generales Narváez y O`Donnell comenzaron a conspirar para acabar con Espartero, quien acabó exiliándose. Nombrar un tercer regente parecía demasiado arriesgado y las Cortes optaron por adelantar la mayoría de edad de la reina que fue proclamada como Isabel II con trece años.

Claves para entender el liberalismo español:
1. Pese a que nacen partidos políticos que intentan ser el canal de relación entre los ciudadanos y las instituciones representativas del poder, la desafección hacia la política era total por la escasez de personas que votaban y por que los partidos eran camarillas vinculadas a relaciones personales e intereses económicos. La idea de lo público estaba lejos de ser asumida por la mayoría de la población.
2. El sistema monárquico constitucionalista más o menos restringido no estuvo nunca en discusión.
3. Los moderados eran muy heterogéneos en su composición y en sus planteamientos pero con algunos planteamientos claros:
a. Sufragio censitario, control de las clases populares.
b. Soberanía compartida con amplios poderes de la Corona.
c. Limitación de derechos individuales, siempre que no fuera para defender sus intereses.
d. Es un liberalismo clerical, defendiendo el peso e influencia de la iglesia.
4. Los progresistas son esencialmente media y pequeña burguesía y algunos sectores de la burguesía industrial y financiera, son esencialmente reformistas.
a. Su ideario:
i. Soberanía nacional, sin límites.
ii. Predominio de las Cortes en el sistema político. Rechazan el papel moderador de la Monarquía y niega su participación directa en la política.
iii. Quieren poderes locales fuertes e independientes.
iv. Defienden derechos individuales y colectivos. Entre ellos el de religión.
v. Aunque defiende el sufragio censitario, están abiertos a su ampliación siempre en función de un nivel de renta que garantice un criterio a la hora de votar.
vi. A favor de la reforma agraria y del fin de la influencia eclesial. Esto les permite tener el apoyo de clases medias y artesanas, gran parte del ejército y profesionales liberales.
La Unión liberal escindida de los moderados en 1854, integrará a los sectores más conservadores de los progresistas (evolución del liberalismo)
5. El Partido Demócrata (1849), nace como una escisión de los progresistas. Defiende el sufragio universal, las libertades públicas, la intervención del estado en la enseñanza, la asistencia social, la fiscalidad como vía de igualdad social entre los ciudadanos. De estos grupos saldrán movimientos republicanos como el PSOE, años después.
6. El ejército: Gran peso en la vida política española del siglo XIX, como hemos visto los generales son habituales en la vida pública. Esto llevó a soluciones drásticas por las armas que no imponían la fuerza de la razón, sino la razón de la fuerza. Su presencia y peso social son el ejemplo de una falta de articulación de la sociedad civil, que también se ve con claridad en la tendencia a la creación de Juntas (movimientos de organización civil, de referencia revolucionaria 1808) y las Milicias armadas que beben de esta desarticulación de los organismos articuladores de la sociedad en su conjunto.

Las elecciones de 1844, permitió el control por caciques y gobierno de los resultados, en una ambiente también de clara crisis de los progresistas que como hemos visto no encontraban su espacio electoral. Con ello se instauró el Gobierno del General Narváez quien pondrá las bases del Estado moderado y organizó sus instituciones.
El régimen se apoyó en la burguesía terrateniente, fruto de la fusión de antiguos señores y nuevos propietarios rurales. Los objetivos eran consolidar la revolución liberal frente al carlismo y evitar la subversión de las clases populares. El objetivo último era asentar un liberalismo conservador que defendiera los intereses de las clases respetables del país.
La esencia de este proceso quedó recogida en la Constitución de 1845:
1. Desaparece la soberanía nacional y se sustituye por la soberanía compartida de Rey y Cortes. Se restringe el derecho al voto y un senado no electivo sino nombrado por la Reina.
2. Exclusividad de la religión católica y defensa de sus bienes. En esta línea se firma en 1851 el Concordato con la Santa Sede que incluye financiación pública de culto y clero.
3. Ayuntamiento y Diputaciones sometidos al poder central. Se crea la figura del Jefe político de la provincia que representa al gobierno en la misma (poder centralizado)
4. La Milicia Nacional es suprimida.

La idea básica de la nueva estructura del Estado Liberal era el centralismo y la uniformización, a través de una serie de leyes:
La reforma fiscal y de Hacienda que dirige Mon. Intenta ordenar el gasto y crea tres tipos de impuestos:
a. Contribuciones directas sobre la riqueza (la partida más significativa)
b. Contribuciones indirectas (adunas, gravamen sobre consumo, timbres)
c. Monopolios (Loterías, tabacos y sal).
Nuevo Código Penal de 1851, que unifica las anteriores leyes.
Reorganización de la Administración con una estructura centralizada en Gobiernos civiles y militares en cada provincia y las Diputaciones. Todo controlado desde Madrid.
a. Se da promulga la Ley de Administración Local de 1845, los alcaldes de ciudades de más de 2000 hab., los nombra la Corona y al resto el gobernador civil.
b. Por temor al carlismo se respetaron los derechos forales en Navarra y País Vasco, pero sin las atribuciones legislativas y judiciales anteriores.
 Se creó un sistema de instrucción pública (Ley Moyano 1857), con diferentes niveles y planes de estudio unificados.
 Se implantó un único sistema de pesos y medidas: sistema métrico decimal (desaparece la arroba, celemín, etc.).
 Se crea la Guardia Civil, cuerpo armado con funciones civiles pero estructura militar, para vigilar el orden público y la propiedad privada sobre todo en el medio rural.

Pese a una cierta estabilidad de unos 10 años los movimientos contra el sistema burgués más tradicional se sucedieron desde los extremos más radicales, dentro de un contexto internacional dominado por las revoluciones de 1848, de marcado cariz nacionalista y proletario. De una parte el Carlismo con una base tradicional regionalista no veía con buenos ojos el excesivo centralismo, en este contexto entre 1849 y 1854, se produce la “guerra dels matiners” (revueltas populares donde demócratas y carlistas luchan juntos) o 2º Guerra Carlista, aunque mucho historiadores la cuestionan como tal. El Partido Demócrata se convierte en la gran oposición al sistema.
Esta situación provoca un caldo de cultivo que pedía cambios y que lleva al Manifiesto de Manzanares en 1854, documento básico para que los progresistas llegaran de nuevo al poder en el llamado Bienio Progresista (1854-1856).

El Bienio se va a caracterizar por dos grandes leyes:
1. Ley desamortizadora de 1855, a cargo del ministro Madoz, que además de los tradicionales intentos desamortizadores sobre todo buscó desamortizar bienes de los ayuntamientos (bienes propios y del común), con un trabajo de censo de tierras realmente muy sistemático. El volumen de tierras puesto a la venta era realmente impresionante y en este caso no se admitió deuda. Se perseguía conseguir ingresos para la otra gran apuesta modernizadora:
2. La Ley general de ferrocarriles, que buscaba modernizar y vertebrar la economía española.

Pero estas reformas se olvidaron de la gran masa popular que no podía acceder a los cambios y esto provocó un levantamiento muy importante en Barcelona en 1855, donde se pedían reducción de impuestos (consumos), abolición de quintas, y mejora de salarios y reducción de jornadas laborales (resulta curiosos que con casi 50 años de diferencia se produjeron ataques ludistas). Se intento promulgar una Ley del Trabajo, pero la situación de conflicto sobre todo en el campo castellano y en muchas ciudades con quema de fábricas llevaron a la dimisión de Espartero y a la represión de O´Donnell.
O’Donnell volvió al sistema anterior y pese a la crisis que le llevan a alternar el gobierno con Narváez, se produce un periodo de gran estabilidad entre 1856 y 1868, caracterizado por la política de la Unión Liberal que podríamos denominar de un moderantismo radical con ideas moderadas pero con aplicación por ejemplo de la desamortización pero con negociación con el Vaticano. Esto es una política reformista pero dentro del liberalismo conservador que excluye los elementos más radicales del progresismo como los Demócratas.
Se inicia en este periodo de cierta estabilidad, una política muy europea, de reivindicación nacional en base a una política exterior muy agresiva. Que busca la conciencia nacional y patriótica y que da trabajo a un ejército demasiado metido en política.
-Expedición a Indochina, intervención en México y sobre todo en Marruecos con la incorporación de Sidi Ifni y la ampliación de la plaza de Ceuta.
La falta de reformas fue provocando una crisis económica general que afectó a la agricultura, la industria y las finanzas que provocaron gobiernos autoritarios que calmarán los ánimos por la fuerza. Esta situación se vio agravada por una situación exterior muy convulsa que no permitía solucionar los problemas internos, todos los grupos sociales coincidían en que era necesario un cambio de rumbo radical que suponía la desaparición de la monarquía isabelina.

12.2 El Sexenio democrático (1868-1874): intentos democratizadores. La revolución, el reinado de Amadeo I y la Primera República.
La revolución del 68, es el resultado del agotamiento e impopularidad del sistema liberal conservador que llevó a una crisis económica de nuestro incipiente capitalismo que sólo vio como alternativa a sus problemas la implantación de un sistema democrático que incentivará la economía como había sucedido en otros países de nuestro entorno (Inglaterra y Francia).
Las claves de la crisis económica:
1. Una profunda crisis financiera fruto de las inversiones ferroviarias no rentables. Se vertebró una estructura de ferrocarril que no respondía a los intereses de nuestra organización industrial, sino que se basó en intereses políticos con vías sin ningún interés económico. Esto llevó a la debacle en bolsa y a la caída de la Deuda Pública y de las entidades financieras.
2. Crisis industrial, sobre todo en Cataluña, por la Guerra de Secesión (1861-1865), que provocó que las exportaciones americanas de este producto se interrumpieran y esto generó un alza de los precios espectacular. La carestía de la materia prima se unió a una contracción de la demanda de productos textiles por la crisis, paro y cierre de industrias.
3. Crisis de subsistencia, iniciada en 1866, provocada por las malas cosechas y la carestía del trigo (en 2 años 66-68 aumento en Madrid un 100%). La falta de una reforma agraria seria y un campo con tecnología muy atrasada la provocaron. Unos pedían medidas gubernamentales para salvar sus inversiones en bolsa, los industriales medidas de protección y los obreros y campesinos denunciaban su miseria y medias para mejorar su situación. La revuelta política era cuestión de tiempo.
En 1866 se produce la revuelta de los sargentos del cuartel de San Gil, que son reprimidos por O´Donnell con dureza y muchos son fusilados. Le suceden en el gobierno Narváez y González Bravo, pero se gobierna por decreto sin escuchar los problemas del país.
 La oposición se organiza y en Agosto de 1866, se establece el Pacto de Ostende, firmado por progresistas (Prim) y demócratas exiliados. Se establece una alianza revolucionaria, contra el sistema isabelino, con la única duda si monarquía o república que seria decidido por unas Cortes Constituyentes por sufragio universal. Al pacto se unen en 1867 los unionistas (Serrano), que permite el apoyo de los militares al proceso.
Así llegamos a la que se considera el último acto de la revolución burguesa en España, desde ese momento la burguesía fue y defendió elementos conservadores.

Podemos hablar de dos revoluciones:
 La Gloriosa, una revolución moderada con Prim a la cabeza que pasa por la monarquía democrática y la Constitución de 1869, esta es la opción que triunfó al ser apoyada por los militares y la gran burguesía.
Una radical, que apoya la pequeña burguesía y las masas obreras al frente de la cual esta Pi y Margall que propone una República Federal y una constitución federal.
Podemos afirmar que el sexenio fracaso, por que la burguesía industrial periférica intentó convencer al centro de pactar para imponer un modelo unitario, pero más representativo (federal) que sirviera de base política para continuar la modernización del país. Articular el país descentralizarlo. El centro no quiso ceder su poder y la burguesía periférica no dio el paso por temor y se puso a la defensiva sobre todo frente al movimiento obrero y al federalismo que podía no garantizar sus intereses
El gobierno provisional tomó una serie de medidas que luego serían recogidas en la Constitución de 1869:
 Emancipación a los hijos de esclavos. Libertad de enseñanza e imprenta y libertad de reunión y asociación.
 Sufragio universal masculino (25 años) y democratización de ayuntamientos y diputaciones. Elecciones a cortes constituyentes.

Constitución de 1869:
1. Soberanía Nacional y sufragio universal masculino.
2. Capacidad legislativa exclusiva de las Cortes, aunque el Rey mantiene la atribución de sancionar las leyes. Senado cámara de representación territorial. Sistema bicameral.
3. Declaración amplísima de derechos a los que se unen la libertad de residencia, enseñanza o culto y la inviolabilidad del correo.
4. Independencia del poder judicial, estableciendo un sistema de oposiciones para jueces (que elimina su nombramiento por el gobierno) y se restablecía el juicio con jurado.

Medidas económicas del Sexenio:
1. Esencialmente implantación del capitalismo liberal europeo, con defensa a ultranza del librecambismo y la apertura del mercado español a la inversión extranjera.
2. Se pensaba que favoreciendo la competencia y la libre iniciativa, éstas transformarían las estructuras comerciales e industriales del país. No se buscó la modernización de base sino la implantación de modelos extranjeros que sirvieran de espoleta a los emprendedores nacionales.
3. Se establece la peseta como unidad monetaria.
4. Pero el gran problema histórico es una Hacienda caótica con elevada Deuda Pública, para sanearla vendimos o dimos en concesión nuestro patrimonio minero, dando entrada a capital extranjero.
5. En 1869 se aprueba la Ley de Bases Arancelarias (conocido como el Arancel Figuerola) que liberaliza los intercambios exteriores y acaba con la tradición proteccionista de nuestra economía a lo largo del siglo XIX.
La nueva situación frustró muchas esperanzas, la de los demócratas que querían una república, la de los grupos más conservadores que defendían un país autárquico y clerical (carlistas y ultra conservadores) y los trabajadores que con estas medidas vieron que su situación lejos de mejorar empeoraban, se les pedían más trabajo y más sacrificio (nacen así ideas que vienen de fuera pero que se implantan con fuerza, el proletariado se organiza entorno a los grandes corrientes anarquismo y socialismo).
En esta situación se va a desenvolver la nueva monarquía, por que no olvidemos que se elaboró una Constitución democrática pero con base monárquica, aunque no teníamos rey y buscamos uno.

Amadeo de Saboya (1870-1873)
Cumplía todos los requisitos era un hombre con ideas progresistas (los italianos acaban de unificarse como país), no era Borbón y pertenecía a nuestros antiguos territorios en Italia. Pero su gran valedor Prim fue asesinado tres días antes de su llegada.
Desde el inicio de su reinado tuvo una fuerte oposición:
1. Los moderados que querían restaurar a los Borbones y que comienzan los movimientos para entronizar al hijo de Isabel, el príncipe Alfonso. Su líder era Canovas del Castillo que aglutino una fuerza política compuesta por unionistas y progresistas desencantados. La iglesia apoyó a este grupo, máxime desde que Prim les obligó a jurar la constitución de 1869.
2. La gran burguesía que pronto se puso en contra de una legislación que iba contra sus intereses: abolición de la esclavitud en Cuba, regulación del trabajo infantil, jurados mixtos en las empresas.
3. Naturalmente tenía en contra a los republicanos y a los sectores populares que querían reformas más sociales.
4. Los carlistas que aprovecharon la libertad política para rearmarse y comenzar de nuevo la lucha (1872) desde sus tradicionales posiciones políticas ahora defendiendo a Carlos VII.
La palabra que define el gobierno de Amadeo es inestabilidad y revueltas desde todos los sectores. El problema federal tomó un nuevo sesgo que unió a las demandas democráticas y descentralizadoras el ideario revolucionario de los anarquistas. A todo ello se une un problema colonial el inicio de la Guerra de Cuba que se enquistó y se convirtió en un gran problema de futuro.
El desastre del reinado se resume en 6 gobiernos en dos años, tres elecciones y una crisis interna e internacional que provocaron que el 10 de Febrero de 1873, Amadeo reanunciara al trono.

La Primera República Española:
Se aprobó el 11 de febrero de 1873, por una amplia mayoría de votos a favor y perduró hasta el 29 de Septiembre de 1874. Esto implica que fue una solución de compromiso para abordar la restauración monárquica con más garantías, como lo demuestra su corta vida.
Si sirvió de algo esta República fue para consolidar un problema de futuro y de gran trascendencia en nuestra historia política la consolidación del federalismo, aquí llamado cantonalismo como base de nuestro engarce territorial. Es por ello que el partido que realmente la apoyó fue el Partido Demócrata Republicano Federal de Pi y Margall.
Su ideario político se basaba en pactos de igualdad entre los diferentes pueblos y regiones del país, propugnaban el laicismo del estado, la ampliación de los derechos democráticos (voto femenino), la intervención del estado en las condiciones laborales y una enseñanza pública. Sus apoyos: pequeña burguesía, movimiento obrero y campesino, anarquistas y socialistas (muchos en número, pocos en influencia político-social, en las elecciones de 1873 que ganaron los republicanos la abstención fue del 60%).
Las Junta Revolucionarias fueron recibidas muy bien en los ayuntamientos, pedían la abolición de los consumos (impuestos sobre la carne, el jabón), acabar con las quintas y sobre todo con la redención (pagar o ser sustituido por otro para hacer el servicio militar).
Pero se intentó mantener la legalidad vigente, que pronto saltó por los aires: los carlistas comenzaron las sublevaciones y pese a triunfos parciales del gobierno el problema continuó. El problema de Cuba se agravó, los funcionarios estatales apoyan la vuelta de los Borbones y a la guerra se unió que actuaban por su cuenta sin obedecer al gobierno central. La Internacional había consolidado las ideas de Bakunin y sus seguidores, en España se hicieron fuertes en la reivindicación cantonalista que veía en este sistema un ejemplo de las comunas libertarias anarquistas, muchos cantones se declararon en este momento (Cartagena, Sevilla, Cádiz, Torrevieja, Málaga, Salamanca). Pi y Margall que apoya este movimiento tuvo que dimitir como jefe del gobierno, le sustituye Salmeron que inicia una fuerte represión contra el movimiento cantonal, pero renuncia al cargo al no querer firmar las sentencias de muerte impuestas por los militares a los sublevados. Llega al poder Castelar, representante del republicanismo más conservador. Ante su debilidad en las Cortes impone un gobierno autoritario dando amplias atribuciones a los militares. Pero Castelar es derrotado en el Congreso por 20 votos (120 en contra y 100 a favor) y se decide formar un gobierno de centro-izquierda que no llega a formarse ante el ataque del General Pavía que entra en el Congreso con la Guardia Civil y disuelve la asamblea por la fuerza. El general Serrano intenta estabilizar un gobierno republicano de carácter conservador pero se produce el pronunciamiento del General Martínez Campos en Sagunto, que proclama a Alfonso XII como rey de España, quien el día 1 de este mismo mes de Diciembre había firmado el llamado Manifiesto de Sandhurst, que establecía los principios de la nueva monarquía: un régimen monárquico de signo conservador y católico, que defendería el orden social, pero que garantizaría el funcionamiento del sistema político liberal.

12.3 El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. La oposición al sistema. Nacimiento de los nacionalismos periféricos. Guerra colonial y crisis de 1898
La restauración monárquica se apoyó en un sistema parlamentario liberal, pero escasamente democrático. El nuevo sistema fue bien visto por los que se asustaron ante la radicalización del Sexenio y la irrupción del obrerismo. Se esperaba que la monarquía resolviera problemas endémicos de la política:
1. El carácter partidista y excluyente de los moderados durante el reinado de Isabel
2. El intervencionismo de los militares en la vida política
3. Evitar los constantes enfrentamientos civiles en la sociedad española.
Para ello se articuló una nueva constitución la de 1876, claramente inspirada en la de 1845, que permitiese defender los valores tradicionales: familia, religión y propiedad pero intentando incorporar elementos democráticos de la de 1868.

Constitución de 1876
 Soberanía compartida Cortes y Corona
 La Corona, era un pilar del régimen y se le otorga derecho de veto, potestad legislativa compartida con las Cortes y el nombramiento de ministros.
 Sistema bicameral, senado poco operativo.
 Confesionalidad católica del Estado, que supuso el restablecimiento de presupuesto para culto y clero.
 Declaración de derechos, pero muy restringidos en especial imprenta, expresión, asociación y reunión.

Características y funcionamiento del sistema canovista
Auténtica esencia del nuevo sistema es esta particular forma de ver la alternancia de los gobiernos apoyada en la Corona, los partidos dinásticos y el ejército. La Corona árbitro y garante de la alternancia, que se sucedería entre los partidos dinásticos conservador y liberal, que teniendo garantizado el cambio cada elección renuncian a los pronunciamientos. Se establece la supremacía del poder civil sobre el militar, pero dejando a este último mano libre en sus asuntos y situando al rey como símbolo y cabeza visible del mismo.
Inicialmente el sistema funcionó bien, en parte por el final de las guerras carlista y cubana. La primera por su propia lógica al tener un monarca y varón al frente del país, con lo que perdían su justificación y por otra las sucesivas derrotas sufridas que obligan a D. Carlos a salir del país en 1876. Esto supuso la abolición del régimen foral, aunque se mantuvo un régimen de conciertos económicos (1878), que les daba una gran autonomía fiscal (Navarra y País Vasco).
El final de los conflictos internos permitió mandar más tropas a Cuba y a una negociación con la isla. En 1878 se firmó la Paz de Zanjón, que incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y promesa de reformas políticas y administrativas, según la cual Cuba tendría diputados en la Cortes Españolas (modelo frances). No obstante los incumplimientos llevarán a nuevos conflictos en 1879 y la decisiva insurrección en 1895.
El bipartidismo y el turno pacífico entre los dos grandes partidos fue un hecho de la mano de sus grandes artífices Cánovas y Sagasta. Ambos tenían una base electoral homogénea entre las élites del país. Si bien entre los conservadores eran más los terratenientes y entre los liberales más los profesionales. Los conservadores eran más inmovilistas y defendían la iglesia y el orden social y los liberales eran más reformistas y tenían un carácter algo más progresista y laico (similitudes sistema norteamericano). No obstante había un acuerdo tácito en no promulgar leyes que luego se tuvieran que derogar.
El sistema tenía su pilar en el llamado caciquismo electoral, que no era otra cosa que a través de enlaces en todas la geografía española y sobre todo en el ámbito más provinciano se aseguraba que el partido que convocará elecciones las ganaría (al perder uno la confianza, el rey mandaba formar gobierno al otro que convocaba elecciones para tener la confianza parlamentaria).
La adulteración de los votos tenía 3 grandes pilares, el sufragio censitario, el trato más favorable a los distritos rurales que a los urbanos (en el número de votos y en concesiones), la manipulación electoral incluso con amenazas físicas y las trampas electorales (de ahí nace la figura de los interventores posteriores para evitar esto).
El gobernador elaboraba la lista de los candidatos (encasillado) y también a los cuneros (diputados ajenos a la circunscripción pero que entraban en las listas, ej. hoy en día ministros). Estas listas llegaban a alcaldes y caciques que ponían en marcha el sistema (que incluye el pucherazo, la votación de personas fallecidas, el no poder llegar a votar, compra de votos, no dejar que la oposición diera mítines y no dejar actuar a los interventores).
Armas de los caciques: controlaban las alcaldías, hacían informes personales (recomendados), controlaban los sorteos de quintas, podían ralentizar trámites y daban trabajo. Esto se tradujo en una abstención impresionante de la población no superando casi nunca las elecciones el 20 % de participación (1876-1907).

La oposición al sistema. Nacimiento de los nacionalismos periféricos
Entre 1876 y 1898, seis elecciones las ganaron los conservadores y cuatro los liberales. Con altibajos el sistema funcionó hasta 1923. Aunque realmente el único periodo en el que se desarrollaron las reformas propuestas por Sagasta, coinciden con la regencia de la mujer de Alfonso XII, la Reina María Cristina que asume la tutela de su hijo Alfonso XIII, entre 1895-1902, esto fue posible por el acuerdo entre conservadores y liberales el Pacto del Pardo que se llevó a cabo para evitar el colapso del sistema.
Entre las reformas cabe destacar:
1. El sufragio universal masculino municipales de 1882
2. Abolición de la esclavitud 1888
3. Ley de Asociaciones 1887
4. Sufragio universal masculino elecciones generales 1890 (el censo aumenta de 800.000 a 5.000.000 de votantes), aunque esto provocó algún disgusto en ciudades como Barcelona, el sistema funcionó.

La oposición: carlistas, republicanos, socialistas y nacionalistas.
A algunos de ellos se les integró como minorías en el Congreso y a los más radicales, se le persiguió.
Los carlistas, prosiguieron instigando y conspirando pero ya sin la fuerza de antaño. Se proclamaban el único partido realmente católico. Algunos colaboraron en revueltas contra la monarquía protagonizadas por republicanos, lo que llevó a su escisión en 1888, se funda el partido Tradicionalista, con una concepción integrista de la sociedad, antiliberales y defensores a ultranza de la religión católica.
Los republicanos, algunos se integraron en el sistema como el Partido Posibilista de Emilio Castelar. Otros optaron por la vía revolucionaria con pronunciamientos y acciones armadas como el Partido Republicano Progresista de Ruiz Zorrilla. La mayoría quedó fuera del sistema encabezados por Salmeron y los federalistas, los más importantes, siguieron bajo la dirección de su líder histórico Pi y Margall.
El sufragio universal de 1890, les llevo a unirse en la Unión Republicana (1893), quedando fuera los posibilistas de Castelar. Pero el avance del movimiento obrero hizo que muchos viraran más a la izquierda integrándose en los inicios de los que será la UGT y el PSOE.
El nacionalismo, es junto con los socialistas, un elemento nuevo y dinamizador de las relaciones políticas en España. Inicialmente nacen fruto de la defensa de una lengua y una cultura diferencial frente al afán uniformador y castellanizador del gobierno central.
El catalanismo, nace entorno a 1830, fruto de las revoluciones nacionalistas europeas que beben del Romanticismo y que dieron lugar a la conocida como Renaixença, se trataba de recuperar la lengua y cultura catalanas, pero sin aspiraciones políticas. Pero la falta de respuesta a sus demandas llevó la creación de Unió Catalanista (1891), como una federación de entidades de tendencia conservadora, su programa quedo fijado en las Bases de Manresa: defendían una organización confederal de España y la soberanía de Cataluña en política interior. La crisis del 1898, llevó a la creación de la Lliga Regionalista de Prat de la Riba y Cambó. Defendían un programa político conservador y reformista que pedía la autonomía de Cataluña y la lucha contra la corrupción política y el caciquismo. Consiguieron varios triunfos electorales y eran la fuerza hegemónica en Cataluña en 1923.
El Nacionalismo vasco, su origen hay que buscarlo en la anulación de los fueros y en la petición de la reintegración foral. Su origen es etnicista al ver peligrar con la industrialización y la inmigración la sociedad tradicional vasca, su lengua y su cultura. Su gran valedor Sabino Arana, que funda el PNV en 1894. Su ideario se articula entorno a la raza vasca, los fueros y la religión. Su lema “Dios y Antiguas Leyes”, evolucionó del independentismo al autonomismo.
Galleguismo y andalucismo: En Galicia pese a contar con un mayor arraigo idiomático y cultural, la falta de clases medias hizo que su regionalismo fuera débil y tardío y con un componente folclorista nada desdeñable (O Rexurdimiento), pero su traducción política fue escasa y poco generalizada, quedando más en un movimiento cultural (Rosalía de Castro). En Andalucía, la reivindicación de un atraso histórico esta en la base del proceso (su abandono histórico con el centralismo de Madrid), pero también aquí el enfoque es más regionalista y se centra en otra figura literaria de gran altura Blas Infante, su peso político será importante en los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil.

Guerra colonial y crisis de 1898
Entre la Paz de Zanjón (1878) y el estadillo de las nuevas revueltas, los gobiernos españoles tuvieron casi 20 años para solucionar los problemas económicos y políticos de la isla, pero un centralismo exacerbado y una falta de visión llevaron a la gran debacle de 1898.
En lo político las Cortes no aprobaron la autonomía propuesta por los elementos más conservadores para frenar a los independentistas y la única reforma de calado fue la abolición de la esclavitud.
En lo económico los fuertes aranceles impuestos a la Isla, para evitar el comercio con EEUU, generaron muchas tensiones no sólo con Cuba sino con la emergente potencia. En 1894, EEUU adquiría el 88 % de las exportaciones cubanas y sólo se beneficiaba del 37% de sus importaciones, este déficit de la balanza comercial llevó a los norteamericanos a amenazar con cerrar sus puertas a los productos cubanos. El panorama era poco halagüeño.
Y la insurrección se produjo liderada por José Martí y su partido Revolucionario Cubano. En 1895 se produce un levantamiento (El grito de Baire) y Canovas respondió mandando a Martínez Campos que combinaba dotes militares y flexibilidad para negociar. Pero la falta de avances militares llevó a enviar a Valeriano Weyler que aplicó métodos más contundentes que implicaron gran mortalidad, destrucción significativa de plantaciones, vías férreas y maquinaria lo que afectó mucho a la economía cubana.
A la insurrección cubana se sumó la de Filipinas (1896-97), zona menos importante y con menos presencia española si exceptuamos órdenes religiosas y su posición estratégica en el comercio con China, aquí la insurrección fue sofocada por las armas.
El problema fue la entrada en escena de los EEUU, en ambos escenarios. El pretexto, el hundimiento del Maine en la Habana. Una rápida guerra que perdimos de forma también muy rápida y que llevó a la Paz de Paris que significó la pérdida de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.

Consecuencias: la crisis del 98
Fue sobre todo un aldabonazo a nuestra estima como país, generó desencanto y frustración al perder los restos de lo que fue nuestro gran imperio de ultramar. Mientras todas las potencias europeas aumentaban sus territorios en África y Asia, nosotros definitivamente nos situábamos en el furgón de cola de la política internacional. Nuestros gloriosos ejércitos, bregados en la lucha contra el disidente, fueron derrotados sin contemplaciones al intentar defender políticas incompetentes y mal diseñadas.
Pese a todo en un país poco vertebrado en su sociedad civil, la respuesta fue muy tímida y el sistema perduró asumiendo su nuevo rol y con apuestas regeneracionistas de autores como Ortega, Costa, Valle, o Galdós.
Además la economía ayudó, no hubo crisis económica pese a la pérdida de mercados, la inflación se mantuvo baja, se redujo la Deuda Pública y aumentó la inversión de capitales repatriados (la figura del Indiano). Fue más una crisis moral e ideológica que política y económica. (Se tradujo en movimientos nacionalistas en el País Vasco y Cataluña).

El regeneracionismo, se basa en criticar la Restauración y promover la regeneración y modernización de la política española. El gran pensador de este movimiento fue Joaquín Costa, que hablaba de desterrar mitos y modernizar la economía y la sociedad además de alfabetizar a la población (“escuela y despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”). Planteaba también acabar con el sistema caciquil e implantar la transparencia electoral. Esta crisis volvió a provocar un movimiento intelectual de gran prestigio internacional la Generación del 98 (Valle Inclán, Pío Baroja, Azorín), caracterizados por su pesimismo por el país y su critica al atraso peninsular y que plantearon una profunda reflexión sobre el sentido de España y su papel en la Historia (menos glorias y más verdad crítica).
Las criticas al ejército lejos de mejorarlo lo que enquistaron en tesis autoritarias y volvió a su injerencia permanente en la política a la que culpó de sus fallos.
En política se intentó un nuevo renacimiento desde el mismo sistema nombrando a Francisco Silvela, como nuevo primer ministro que introdujo algunos elementos regionalistas y militares en el gobierno y efectúo tímidas reformas que aumentaron los tributos y crearon nuevos impuestos lo que llevo a revueltas de los contribuyentes y a que la regeneración quedará en un proyecto.
JV