En este diciembre madrileño, los atardeceres se llenan de bellos colores que nos recuerdan cada año la fugacidad del tiempo.
La oscuridad que acontece se ve plagada cada año por una eclosión de luz (últimamente patrocinada por los procesos llamados de externalización) que los viandantes disfrutamos en masa.
El árbol transitable nos muestra su interior lleno de bombos que nos alientan al gasto en un juego anual en el que casi siempre toca perder.
Los mercadillos pueblan las plazas como la de Jacinto Benavente y sus espectáculos de luz nos impactan
Las grandes calles como Preciados se llenan de luz y afanados, propios y extraños obsesionados por las compras.
La Gran Vía bulle y
........nos propone sugerentes actividades lúdicas
Chueca se llena de luces que distorsionan su realidad para algunos de los que esperan y no encuentran.
En definitiva un Madrid en luz acogedor y permeable a todos aquellos que lo quieran disfrutar.
Fotos JV y Eugenia
JV
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