sábado, 17 de julio de 2010

B. Traven, "La Nave de los Muertos". ¿Hay más lecturas posibles?


Cuando se comienza a leer este libro, la primera pregunta que surge es: ¿otra novela sobre inmigración no documentada en Europa?, pero no, el tema es mucho más profundo: nos habla de Universales, de esos temas que a pesar del paso del tiempo siguen siendo una constante a analizar: Los Estados son un ámbito de desarrollo del individuo o una coartada para limitar nuestra libertad individual.
Dice Traven: “Si no hubiera pasaportes, se acabaría inmediatamente con el tráfico de personas. Así que, lo creas o no, eso fue lo que hicieron conmigo”.

Desde esta perspectiva cuando has estado en el infierno de los indocumentados ya nada puede ser peor. Has hecho la travesía más horrible la de la nave de los muertos: “Quien entra aquí perece, su nombre y su ser se esfuman para siempre. Ha desaparecido”.

Estamos ante un tema muy actual, que sin embargo, debemos inscribir en la convulsa coyuntura de entreguerras, donde los valores democráticos entran en crisis al cuestionarse el principio básico del sistema económico que lo sustentaba. El Capitalismo, al que Traven bautiza como César Capitalismo, les ha embarcado en la Gran Guerra, la sangrienta danza ante el vellocino de oro (billones por una caja de cerillas)…. Nuevos países y nuevas fronteras que se olvidaron de sus ciudadanos, que sufrieron la burocracia injusta después de la locura de las trincheras. Vd., ya no es alemán ahora es polaco, pero lo es si esta empadronado y si tiene el papel, pero yo tengo el papel alemán, lo siento ahora no sirve.

Algunos hablan de alegatos anarquistas, de soluciones utópicas, hoy a este libro lo situarían como un claro ejemplo de literatura antisistema y eso que fue escrito en 1926. Una vez más: malos tiempos, estos en que se debe seguir luchando por defender las evidencias.

Dice Traven: “Naturalmente, nadie se tomaría en serio nada de esto, lo considerarían delirios de la imaginación sin ningún fundamento o incluso un síntoma de locura, si no existieran la burocracia, las fronteras y los pasaportes. En la era del Estado hay cosas completamente imposibles que suceden en realidad y cosas reales cuya existencia se puede negar. Y no les sucede sólo a las cosas, también a las personas. Las leyes más propias, más características de la naturaleza pueden ser borradas de un plumazo cuando el Estado se propone ampliar su poder interno y ahondar en él a costa del individuo, que es el único fundamento del universo, porque el universo está constituido por individuos y ésta se quiebra cuando se les restringe su libertad de movimientos. Los individuos son los átomos del género humano”. (Quizás esto os suene de cuando hablábamos de Montesquie y de ese análisis de la naturaleza de las leyes que beben de la idea del bien común o como decía Rosseau no debemos unir las necesidades individuales sino buscar solventar la necesidad general de la Comunidad).

Quizás este libro tenga algo de biográfico en referencia al autor, que encontró su puerto en la revolución mexicana y cuyas cenizas descansan en Chiapas, donde regresó a la gran unidad de la que surgió.

La critica al sistema económico, más fiable, son de calado: “aquellos pobres diablos habían sido sacrificados para que los costes de mantenimiento…. no subieran y los dividendos de la compañía o los beneficios del dueño no bajaran”. Los esclavos vivían mejor: “A aquellos esclavos no les obligan a apretarse en un espacio tan reducido…y tampoco pasaban tanta hambre y penurias….. los esclavos (a diferencia de ellos) eran mercancía, por la que se había pagado y de la que se esperaba obtener un beneficio”. “Los marineros son hombres libres. Son libres y, por eso, no importa que estén muertos de hambre, que se vistan con harapos, que acaben agotados. Saben que en cualquier momento se pueden quedar sin trabajo, y por eso, se ven obligados a hacer lo que se les pida y a trabajar hasta que caigan desplomados. Luego se les tira por la borda, porque ya no valen ni siquiera el pan que comen.” ¿Os suena?, ¿y esto? “¡Haz más¡, porque, si haces más de lo que se te pide, si trabajas horas y horas, aunque no te paguen, llegará un día en que te compensarán por todo ese esfuerzo que has realizado”, al cabo de los años uno pregunta “Oye, ¿qué pasa con el puesto del que habíamos hablado?.....Vd. sabía que el camino podía ser largo, pero siga trabajando tan bien como hasta ahora y tenga la seguridad de que le tendremos muy en cuenta”, será el nº 1 del ERE.
Dice Traven: “La libertad es relativa. La menos relativa de todas es la codicia y el afán de lucro. Ésa es la religión más antigua, la que tiene los mejores clérigos y las iglesias más hermosas”

Dice Traven: “La fe mueve montañas, pero la falta de fe rompe las cadenas de toda esclavitud”. “la esperanza de los esclavos es el poder de los señores
Para luego proponer: “Aunque es cierto que incluso las constituciones que una vez tuvieron sangre joven que les ardía en las venas, sufren con el tiempo de arteriosclerosis. Llega un día en que la mejor de las religiones acaba por convertirse en superstición pagana, ninguna se salva de este proceso universal. Sólo lo que se hace de manera distinta a como se venía haciendo, sólo lo que se piensa de forma diferente a como se venía pensando, a pesar de las protestas de los padres, los papas, los santos y los responsables, logra abrir nuevas perspectivas para la humanidad”. Estamos ante esa idea de cambio inherente a la historia, que la protagonizan los que piensan en que las cosas pueden mejorar, no son inmutables, juntos podemos progresar. Muchas veces para volver a un principio más racional y sostenible.

Un buen final para este libro es quizás una frase que tiene una gran actualidad y que nos sitúa en nuestra actual y profunda crisis:
“La razón de Estado, un gran concepto, una idea sublime que no siembra más que discordia y convierte a los hombres en números”.

3 comentarios:

Ana dijo...

Muy interesante , me recuerda a la instalación de Santiago Sierra en la bienal de Venecia, que comentó Vicente hace tiempo. ¿tienes el libro?, ¿Me lo dejas?

Vicente Camarasa dijo...

Realmente, qué poco hemos cambiado desde el periodo de entreguerras. Ahora, en vez de Estado o Religión, la nueva idea sublime se llama Globalización. Una nueva divinidad que exige sus óbolos (la deslocalización), sus ritos (la compra como forma de vida), su Credo (el neocapitalismo), sus diablos a los que destruir (el Estado de Bienestar o la justicia social)
Y creo que, el gran problema, es que sólo estamos en los inicios de esta religión de banqueros y especuladores y sólo opiniones como esta pueden comenzar a cambiar las cosas (aunque acuérdate de los pobres cátaros, que también lo intentaron)

Unknown dijo...

Querido Vicente, ya sabes, la lucha por la utopía continua. Lo importante no es cuantos cayeron, ni las veces que cayeron, a los hombres se les mide por las veces que se levantan. Esto es lo importante: mirar hacia delante y pensar que con tenacidad y capacidad los retos se consiguen.