lunes, 3 de enero de 2011

El Cenáculo de Santa Apolonia, una joya escondida de Florencia

Florencia es una ciudad de sueño, pero quizás lo que la hace aún más increíble es que guarda pequeños tesoros, conocidos por los que tienen más afición pero que pueden sorprender a los menos aficionados. Este es el caso de este coqueto cenacolo, situado en la zona norte del casco antiguo y concretamente en la Vía XXVII de Aprile, nº 1, sinceramente es un lugar tranquilo y donde se puede disfrutar casi en soledad de una magnífica obra maestra.

Este cenáculo, es el lugar donde los monjes o monjas se reunen para comer y que nosotros conocemos mejor por el nombre tradicional de refectorio. Esto explica en parte la elección de la obra, la Última Cena, que se pintaba en la pared principal de este lugar.

El Cenáculo de Santa Apolonia, en Florencia, forma parte del antiguo monasterio de las monjas Benedictinas Observantes de Santa Apolonia y fue construido en 1339. En el siglo XV, el monasterio fue objeto de una importante restauración que incluyó la construcción del refectorio, una gran sala de planta rectangular con bóveda de casetones y ventanas en uno de sus muros. La obra corresponde a Andrea de Castagno quien la pintó en 1447. Podemos afirmar que esta obra es el primer cenacolo renacentista de Florencia y por ello tiene un gran valor artístico para entender la pintura florentina del Renacimiento. El trabajo con la perspectiva es realmente de gran interés dando lugar a una composición muy geométrica y los rostros y gestos han sido estudiados al detalle para conseguir un gran dinamismo en la escena, sin embargo, en conjunto, los personajes parecen inmóviles, como detenidos en el espacio. La utilización de ricos y variados mármoles en la pared del fondo, acentúan el efecto dramático, destacando especialmente la intensidad cromática de los paneles que enmarcan las figuras de Cristo y Judas, de tonalidades violentas y contrastadas.


La utilización de la perspectiva y la recuperación de los ambientes clásicos quedan claramente de manifiesto en este detalle.

Esta imagen resulta especialmente interesante vemos a Cristo que mira a San Juan que aparece dormido a la derecha, a la izquierda San Pedro y Santiago, como vemos el detalle en el trabajo de los rostros es realmente muy detallado y preciso mostrando rasgos de cada uno de los personajes. La fuerza de los mármoles y contraste con el mantel generan un efecto de perspectiva muy acusado.  
Resulta de especial interés la figura de Judas sentado en primer plano que rompe el equilibrio de la obra al quebrar la franja blanca del mantel, aumentado con ello la idea de profundidad. Se le presenta de perfil , con cara de sátiro, que como sabemos es una criatura mitológica mitad hombre mitad carnero, utilizado con frecuencia en el Renacimiento para representar el mal.


En este detalle de San Andrés y San Bartolomé, vemos esa caracterización en los rostros, que nos acerca a la psicología de los personajes.
En el lado opuesto nuevamente la perspectiva y el trabajo con los mármoles y esa caracterización de los personajes con Tadeo sin barba y el de la mano en la cara que es Simón.
  
Pero es quizás Santo Tomás y su gesto de reflexión es que más se adecua esa profundidad en el mensaje de los personajes, su duda parece tener aquí su preludio. En cuanto a la fuerza de la obra sólo el fijarse en el trabajo de los pliegues de su túnica, nos sitúa la capacidad técnica de Andrea del Castegno.
Fotos JV y Eugenia
Como siempre las imágenes son ampliables al detalle.
JV

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