Estamos ante una novela que nos plantea como se desenvuelve una sociedad en crisis. Nos plantea el poder entendido como metáfora de la mezquindad humana. Donde el deseo más lujurioso se convierte en instrumento de dominación.
Políticos, religión y medios se entrelazan para mostrar la bajeza de una sociedad que sucumbe en el pozo de su hipocresía. Una sociedad herida que le costará recuperar su dignidad.
No obstante se establecen ideas para la esperanza "El mundo sería nada sin las ideas que siguen en pie, obstinadas sobreviviendo a todas las adversidades", se ensalzan ideas muy sugerentes "los lenguajes eran, no se cansaba de repetirlo, el estanque donde las personas reflejan lo que son". La religión atraviesa de forma transversal la obra, la moral y la falta de moral son muchas veces un referente para entender el devenir de los personajes: "Jesús debe su eternidad a la escritura. Los evangelistas escribieron en detalle lo que dijo e hizo y organizaron un cuerpo de doctrina.... También los esenios trataron de perpetuarse a través de la escritura pero cuando sus rollos fueron descubiertos en Qumrán no les quedaba espacio en la historia, porque Jesús ya los había ocupado todos" "El extremo mayor de la soberbia es creerse hijo de Dios". "La fe sigue caminos que no conocemos. No hay que discutir ni averiguar. Hay que aceptar"
El libro destila crisis, el hartazgo de la gente ante una política que no responde a sus necesidades: "el parlamento siguió aprobando leyes que saqueaban el país hasta convertirlo sólo en un nombre vacío: el mismo desierto inútil que había sido cuatro siglos antes" "También aquella Perla del Once se había convertido en la capital de la desdicha, en un país que se caía a pedazos".
El personaje central Camargo es una abeja reina atrapada en su despreciable celda de poder que le autodestruye corroído por sus traumas infantiles que le recuerdan a alguien que pudo ser y no fue.
Una novela compleja pero llena de interés.
JV
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