lunes, 6 de julio de 2015

La Alberca, las Batuecas, Peña Francia y algo de las Hurdes perdidos entre los vetones y carpetanos.

 Los paseos previos de este caluroso verano nos han llevado a las estribaciones de la Cordillera Carpetovetónica y a su capital: La Alberca. No es fácil encontrar pueblos más bellos que los de esta zona y sobre todo que conserven un sabor tan especial. Nuestro país es prolijo en lugares sugerentes pero la concentración aquí no tiene nada que envidiar a otros. Además es parte de nuestra raíz más ancestral tierra de carpetanos y vetones que están en el adn de estos madrileños que aunque ciudadanos del mundo aman su tierra y sus raíces como aman y respetan todas las demás.
 La alberca es ese pueblo que todos querrían como el suyo aúna todo tipo de influencias y conserva una arquitectura y unos rincones muy sugerentes.

 Su plaza cuadrada con sus soportales son testigos del devenir de los viajeros que pueden contemplar su bello crucero berroqueño y los restos de su antigua cárcel municipal.
 Sus calles te sorprenden a cada paso y sus rincones están llenos de ese sabor y color de antaño

 El parque de las Batuecas, del que veremos varias imágenes en este post, se establece en la línea divisoria entre dos cuencas hidrográficas: los ríos Alagón, Francia y Batuecas que vieren al Tajo, mientras que el Agadón pertenece al Duero. Aunque está situada en la región mediterránea, la diferencia altitudinal existente y la orientación de su laderas determinan la existencia de zonas con clara influencia atlántica, y otras mucho más cálidas de tendencia mediterránea que en conjunto favorecen una gran diversidad faunística y florística y permiten la producción de cerezas, uvas, aceitunas o castañas.
 Cerca se encuentra una joya extremeña: las Hurdes y aquí desde el Mirador de la Antigua, podemos observar uno de esos prodigios de la naturaleza el Meandro Melero, dónde además de impactantes vistas se puede oír la berrea.




 Haciendo camino volvemos a las Batuecas para disfrutar de su patrimonio histórico-artístico. Un lugar destacado es sin duda Miranda del Castañar que conserva este impresionante recinto fortificado a cuyos píes se encuentra una, cuando menos peculiar, plaza de toros:

Hoy los coches lo ocupan todo pero se intuye la forma del coso.
 Sus calles recuerdan el entramado de la Alberca...

aunque esta localidad tiene forma de bastida y conserva varias puertas de entrada a la zona amurallada

 Su arquitectura es peculiar con sus accesos en altura y con construcciones que se repiten en la zona
 Entramados de adobe o piedras con muros de carga y estructuras de madera (roble y castaño) con cerramientos de granito en las puertas. Los voladizos en la primera planta ganan espacio interior y los aleros cubren parte de la calle para proteger de la lluvia y el sol.

 Los zonas con túneles y pasadizos se suceden y las calles estrechas y angostas son una forma de defensa ancestral que hoy protegen del intenso calor.

 Pasadizos realmente espectaculares.
 La aludida forma de bastida queda perfectamente clara en esta imagen tomada camino de Sequeros, dónde podemos observar la vegetación que mezcla encinas, valles con cerezos, robles y pinos en los pisos más altos.
 El Mirador de la Cabezuela en Sequeros conserva ese sabor druídico con el viejo olmo y el sincretismo ulterior con el crucero, utilizado quizás como picota para ejecutar a los seguidores de los viejos cultos celtibéricos. 
 Las vistas incomparables, en primer plano las honduras del Alagón, dan pie a la Sierra de Francia Baja y cierra la imagen el Sistema Central.
 Sequeros reproduce los esquemas urbanísticos que vemos en la zona pero conserva alguna peculiaridad:
Su peculiar ayuntamiento que funde fortificación, pasaje, campanario y conserva en esta plaza de Eloy Bullón esas huellas de un peculiar urbanismo. Este pueblo conserva el único teatro de la comarca levantado en 1876.
 
La ruta nos lleva a San Martín del Castañar, una de las poblaciones más cuidadas de la sierra de Francia. Conserva una peculiar plaza de toros en la plaza de armas del castillo.... 
  
 .....hoy en parte cementerio y en parte centro de interpretación del Parque de las Batuecas y de Sierra de Francia.
 Estas imágenes muestran las vistas del castillo: vemos con claridad las honduras del Alagón y la profusión de flora y fauna y donde divisamos en la imagen superior la impresionante Peña de Francia que luego visitaremos.

 Está localidad guarda más secretos una zona de piscinas naturales(sus famosas albercas) que se suceden por el entorno....
...y los restos de un gran pasado con el paso de la calzada romana sobre el puente romano bien conservado.
 El camino nos lleva a el culmen de la zona, la subida a Peña Francia, sus vistas hablan por si solas de un lugar especial y que es de visita ineludible.




 El parque salmantino, una parte del norte de Extremadura y el Sistema central conforma el horizonte de este espléndido lugar.





 Terminamos nuestro periplo en el pueblo más caluroso de la zona, Mogarraz. Un lugar especial por muchas cosas: las fachadas blasonadas, sus bodegas sus orfebres y bordadoras. Pero también por una peculiar iniciativa: en 1967 un fotógrafo sacó 388 instantáneas de vecinos del pueblo para sus dni y un pintor originario de este pueblo: Florencio Maíllo decidió cumplir su sueño de niño, pintar esas 388 imágenes en chapas que hoy decoran las fachadas del pueblo, toda una sorpresa en un pueblo ya de por sí peculiar.   

 Aquí también encontramos, junto a la iglesia, estos peculiares monolitos que mezclan esa tradición celtibérica con sincretismos peculiares. Llamo la atención del lector sobre el relieve cimero de este curioso monumento.
Sirvan estas dos imágenes de Mogarraz de síntesis de este precioso paseo por las tierras de carpetanos y vetones que aún hoy conservan un encanto sugerente y evocador: 
Fotos JV y Eugenia
JV

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