Bueno hoy voy a comenzar algo que llevaba tiempo sin hacer. No por falta de ganas sino por que llevaba tiempo sintiéndome saturado de algo que formó parte de mi durante años y que sin embargo hoy paseando cerca de allí ha aflorado de nuevo: mis ganas de contar historias y muy concretamente la de aquellos viejos amigos los santiaguistas a los que tanto tiempo y pasión dediqué en los 90, y a los que he vuelto a encontrar en Villarejo de Salvanes, Belmonte de Tajo y Colmenar de Oreja. Aquellos que alguna vez habéis entrado en esta bitácora, ya conocéis mis vicios. A los que aún no me conozcáis os diré que soy uno de esos raros que gusta de disfrutar removiendo el pasado para entender mejor de que va esto del presente.
Villarejo es hoy un pueblo que fue la encomienda de Salvanes. Esto es allá por el siglo XI, la encomienda santiaguista comprendía los territorio de Val de Salvanes, Perales, Montroleas y Alboer (hoy Villamanrique), todos estos territorios constituyeron la base jurídica del que fuera señorío de la mitra toledana en la Sisla Oriental. Sus antecedentes se remontan a 1099, cuando Alfonso VI donó estos lugares a Bernardo, arzobispo toledano, donándolos más concretamente a la iglesia de San Gines de Toledo (todos los documentos que acreditan estas elucubraciones, podéis verlos en mi tesis, a ver si así consigo que la leáis, al menos un poco).
En 1240, ya tenemos un Comendador de Salvanes y Valdepuerco, llamado JImeno Iñiguez. Su historia ulterior es densa y compleja, y ahora sólo quiero provocaros un poco.Con estos mimbres podéis ir a este magnífico pueblo y disfrutar de un magnífico torreón (antigua torre del homenaje), rodeado de unos esplendidos restos de lo que fue una gran estructura defensiva. Ambas realidades debemos situarlas en un ámbito urbano que responde a una realidad histórica más relacionada con el siglo XVI y que hoy se puede visitar con los consejos de una amable anfitriona venezolana que os abrirá las puertas de un estupendo centro de interpretación que culmina con una vistas inolvidables, no sólo de la villa sino de esa sierra que nos acoge y de esa ciudad que nos tutela. Aquí tenéis una muestra:
Dentro de esta magnífica encomienda como os digo estaba Belmonte de Tajo, lugar que sin duda nos ha gustado. Su paseo de las Fuentes merece una buena parada, donde podréis disfrutar de un estupendo parque.Como apuesta de alojamiento y comida: la Casa Alta, ofrece una oferta coqueta y acogedora.
Sobre Colmenar de Oreja, queremos contaros más, porque sus antecedentes históricos beben de un lugar singular, aquel que Yacut llamó Ariliya (Oreja), donde destaca su hisn (castillo) que equidista diez parasangas de Zorita y Toledo. Dentro de la que será la encomienda santiaguista de Oreja es donde se sitúa este pueblo, que nos llamo la atención por tres cosas: Una plaza que realmente nos sorprendió, pese a que los coches que la abarrotan no sé si son un buen ejemplo de estética, pero esto debe ser el progreso. Sea como fuere su museo a Ulpiano Checa, pintor romántico y su teatro Diéguez, con su gusto decimonónico, nos llegaron al corazón.
Pero el viaje no podía terminar, maxime estando tan cerca, sin la joya de la corona: Chinchón, que sin ser santiaguista nos sirvió de lugar de vitullas y caldos a la sombra de su siempre impresionante e inolvidable plaza. Continuará.............
Está bien os contaré una última historia, estas cuevas corresponden al lugar donde unos freires polacos, nos deitaron con platos de allende el Rhin, curioso verdad. Sabéis como se llamaba la fonda "Las cuevas de la Comendadoras", curioso final para una historia de caballeros, freires y simples campesinos que construyeron la realidad histórica de la ribera del Tajo, alla por el siglo XIII. Yo creo que podemos seguir afirmando que desde Madrid sin duda se toca el cielo. Algunos lo entenderan, ¡¡ todo esto por el magnifico techo de un garaje¡¡, c´est la vie.