martes, 30 de diciembre de 2008

Una cita más en Santiago y un nuevo escarceo: La costa da belleza

Entre cena y cena, rúa do Franco, la plasticidad de sus crustáceos, la belleza salvaje de pies de Orco, que tanto gustan a mi "alemana" y las piernas de Octopusy que alcanzan la sublimación al verter sobre ellas ese manjar oleaginoso salpicado del rojo frugal del pimentón, son la sabia de una ciudad que además de Fonseca, de Rúa Xelmirez o de las Cinco Calles, nos atrapa en su musgo pétreo que invita a la reflexión: no sé si será santa pero desde luego es una deidad de la belleza, del equilibrio de la grandeza echa ciudad, os hablo de Santiago.
Esta vieja amante, me quiso enseñar esta vez dos nuevos secretos, Santa María del Sar y la Costa da Morte, de cuyas rías se extraen esos mangares que tratados con cariño, nos suben el ácido úrico, pero bueno estamos de celebración, disfrutemos.
Santiago no necesita muchas presentaciones es así: una ciudad hermosa, tranquila acogedora, donde te asaltan dudas de altura: ¿hoy iremos a por el sargo o bien no deleitaremos en el abadejo?, ¿nos hacemos una zorza con tomate o le damos al mejillón rabioso? y siempre, siempre ellas provocativas, carnosas, esplendidas en su hábitat siempre pidiendo aquello de comeme, que sería de Compostela sin sus vieras, no sería igual. Por tanto, políticos dejaros de coñas y comamolas con afición: no otras, sino las nuestras.
En Santa María del Sar al principio dudas, ¡¡¡ estas paredes que las pongan derechas ¡¡¡, sólo he bebido un para de litros de albariño. Pero no el cachondo del constructor quiso deleitarnos con la inclinación de sus muros, esto es con esta joya del románico, mirad:
La santera lo dice y luego lo verificas, no hay grietas, no existen problemas estructurales. El constructor se pasó con el ribeiro. Pero te asustas y intentas que no se caiga. Tu pones tu granito de arena, al ver esos arcos fajones que parecen un churro mal hecho por ello sus poseedores en el XVII, le colocaron estos tirantes, que bueno no quedan mal pero afean la belleza increíble de este templo.
Como somos como somos nos dijimos y por qué no hacemos una incursión en la Costa da Morte, dicho y hecho. Amigos que maravilla, esa ría de Noia, ese magnífico lugar de Muros y ese hórreo de 54 pies (34 metros) en Carnota, con sus dunas y marismas en su playa que parece que uno se ha ido a Doñana y la fiesta final, Fisterra, su faro y sus vistas sobre el Atlántico. ¿Era aquí donde decían los clásicos que empezaba el mar tenebroso? pues vaya lugar precioso para empezar nada malo, se equivocaban. De las múltiples propuestas para disfrutar en la mesa os propongo en Fisterra, en la playa, una Lubina a la Brasa ( Tira do Cordel o Doña Lubina) que os hará completar la sensación de bienestar en esta joya del Atlántico. Id y disfrutar, merece la pena.

Ría de Noia(arriba) // Ría de Muros (barcos y bateas)

Hórreo de Carnota (34 metros) // Playa de Carnota (dunas fósiles)

Cabo Fisterra