miércoles, 24 de junio de 2009

A propósito de Madrid

Mikito nunca entendió como una ciudad puede aunar en un mismo espacio, tres realidades tan sugerentes: un hotel de lujo frente a un importante centro de investigación, un excelso bar de tapas -nunca podrá olvidar aquella tosta de gambas-, frente a uno de los sitios donde más le ha sorprendido la devoción por una imagen. Ese poder de atracción del Nazareno siempre le pareció increíble, en los miércoles que veía las largas colas, para adorarle, desde ese emporio de la cerveza: "La Dolores", que se debe buscar aunque uno no pase por Calatayud.
Ella siempre creyó que Sipu exageraba cuando le explicaba, en la Cátedra Gaudi de la Universidad de Tokio, que el modernismo no era algo exclusivo de Barcelona, sino que extendía sus sugerentes tentáculos de curvas, sensibilidad y mundos oníricos por todo el país, también en Madrid. La Botica de la Reina Madre en el 59 de la calle Mayor, nos recuerda este modernismo que contrasta con esa ferrovitrea estampa del Mercado de San Miguel, hoy convertido en ara de los gourmets.
Tras un corto paseo llegó a esa oriental plaza de autoritarias referencias donde se mezcla ese pasmado rey de número cuarto, el Campo de un moro y un italiano que hacia jardínes, estas cosas de la historia que se completan con ese lienzo de época califal que Mohamed I nos dejó alla por el siglo IX. Esta muralla que serpentea aún hoy por las curvas de la Cava Baja, donde sus antiguas casas de postas, son ahora lugares para degustar los jugos de Baco saboreando algún que otro pincho singular.
Que afición a los Nazarenos tienen estos chelis, tienen un rico y ahora nos encontramos con uno pobre en la Iglesía de San Pedro donde posa grandioso junto a la Glicofilusa que preside el altar, creando cofradías de rancio abolengo en este templo cercano a la Paja, a esa plaza que destila bailes nocturnos en los intensos y temperamentales veranos de la Villa.
¡¡Qué subida !!, pero bueno ya estamos en Puerta Cerrada, donde nos espera el más antiguo de los lugares para el buen yantar en los madriles, Botin. Cuatro pasos y el Arco de Cuchilleros que nos abre suntuoso aunque con alguna cueva de sabor étnico, esa plaza de carnicerias, calamares, tiendas de sombreros alguna caricatura de compras místicas donde turistas y descuideros hacen "su agosto".
Bajamos Mayor, la Plaza de la Villa nos recibe con su florida belleza de Torre, Casa y Lujanes a la sazón la más longeva de las contrucciones donde reyes foráneos sufrieron prisión. Este mismo lugar que nos vió escribir en las negras Hispano-Olivetti cuyos teclados tapaban cajones, o algo así me contó ese tio raro que decía aquellos que de Madrid al Cielo. La calle El Codo nos descubre bellas iglesias donde en otros tiempos algunos se ponían el Puño en rostro, al menos asi reza la toponímia del lugar en la esquina de la Nunciatura, cuya iglesia de bello cuño barroco nos invita a disfrutar de ese Madrid no siempre bien conocido ni siquiera por los naturales del lugar.
Un rulito y desde Benavente, plaza de recuerdos de revista hoy con teatros que nos traen planteamientos ajenos, bajamos por la Cruz, nuestro destino es esperpéntico queremos llegar al callejón del Gato y allí ante los espejos cóncavos y convexos disfrutar de esa patata con salsa registrada, esas cosas que tiene Madrid.
Querido Sipu, ahora me pongo literaria, no es raro, me adentro en el Barrio de las Letras, que inundan las calles, dirigiéndome allí donde vivió Lopé, Cervantes y el pobre Góngora al que Quevedo, no dudó, en desahuciar. Empiezo alli en esa plaza de santo nombre donde Calderón y Lorca me muestran el Español,¡¡ cuanto y buen teatro en tan corto espacio!!.
Otra vez donde empezamos, pero ahora mi mirada gira hacia el Prado, veo un edificio que me hace recordar tiempos de sindicatos verticales hoy vestidos de rojo con letras de compromiso de clase, sin embargo, donde ayer hubo fábricas hoy veo jardines colgantes. Saludo a Velázquez y aquí frente a los Jeróminos, hoy de Moneo, te escribo disfrutando del calor y del sabor de una ciudad que acoge sin preguntar. Como dicen por aquí : el "gris" esta ocioso pero es dabuti.

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