martes, 16 de julio de 2013

La Marca del Meridiano de Lorenzo Silva

Este libro es una de esas lecturas veraniegas que aunque ligeras suponen un estupendo entretenimiento. Ciertamente se trata de una novela muy suave que indaga en los entresijos de nuestra sociedad contemporánea con lo que la mezquindad, la corrupción y los elementos de más bajeza de nuestro tiempo se entremezclan en un trama policíaca muy del país, ya que, la protagonizan miembros de la UCO unidad clave de esa institución que El Duque de Ahumada creó durante los intentos de implantación del liberalismo en nuestro país (las citas a este ínclito personaje son abundantes).
Aborda, desde un enfoque algo moralista, los temas más candentes del momento histórico que nos ha tocado vivir, tráfico de personas, prostitución, tráfico de drogas, corrupción generalizada en diversas instituciones, pero intentando dar un hálito de esperanza a través de la labor de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado: "Nosotros no nos podemos corromper, porque si nos corrompemos nosotros el bar se va a pique. No importa tanto que robe un ministro, o un presidente de comunidad autónoma, o gente así. Esa gente no es la que hace funcionar el mundo...En parte está descontado que alguno trincará....Pero si nos pringamos nosotros, el daño es concreto, tangible y da allí donde más duele: echamos abajo la confianza de la gente, le abrimos camino al que no debe tenerlo  perjudicamos al que hemos de proteger, y la partida se convierte en una bufonada triste y miserable".
Me ha resultado especialmente sugerente la edad y posicionamiento personal del protagonista que en cierto sentido me ha permitido identificarme con su devenir vital, compartimos tiempos y situaciones que resultan muy cercanas: "He tenido por una variedad de circunstancias, la oportunidad de conocer a personas que con una edad descubren de pronto que no tienen donde apoyarse y empiezan a perder pie, para no dejar de perderlo hasta desembocar en el desastre". "¿que mejor motivo tiene uno para levantarse muchas mañanas, que la obligación de salir a luchar, aunque la batalla esté perdida?". "desde el anonimato y sin esperar a cambio reconocimiento de nadie, lo que me empujaba a dejar de remolonear en la cama y a salir a partirme el pecho con la vida".
No es menos cierto que se trata de una puesta por transmitir nuestra evolución en los últimos años, poniendo un énfasis crítico en la lentitud de nuestra justicia, los graves problemas de encaje plurinacional y como no nuestro gran cáncer en los años de plomo del terrorismo etarra, además de los problemas endémicos que nos han llevado a esta crisis de valores y de gestión productiva y económica: "Uno de los síntomas más notorios de la decadencia de Occidente es la cantidad de gente que se ofrece a proveer cosas que no tiene la menor idea de producir. Aquella camarera sabía de preparar...."
Se trata en conclusión de un libro bastante suave en lo literario pero que no escatima en un intento de valoración moral de una sociedad que vivió un espejismo que se ha visto destrozado por la crudeza de una profunda y casi catártica crisis en cuanto a la toma de conciencia de una cantidad importante de nuestros compatriotas.
JV

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