Para mi ir a Uclés es reencontrarme con mis antiguas investigaciones sobre la Orden de Santiago de tan grato recuerdo y que ocuparon una parte significativa de mi vida. Este monasterio-fortaleza simboliza la síntesis de estas instituciones que agrupan los ideales básicos de la época feudal, por un lado la ideología del cristianismo militante que sustentó el sistema y por otro la culminación del proceso de feudalización en la Península donde las Órdenes Militares fueron el elemento más acabado. Freires y Caballeros aunaron sus esfuerzos para concretar una forma de organización económica que combinó la asistencia a enfermos y cautivos con las algaradas militares que permitían consolidar un actividad económica donde la estructura feudal fue esencial. La encomienda mayor de Castilla que durante años fue la base de control socio-económico de las posesiones santiaguistas en la Submeseta Sur es un emporio impresionante que aún hoy seduce al viajero.
La vista del conjunto muestra la fuerza de estos freires-caballeros que basaron su fuerza en un control económico donde la renta era la base del sistema y que consolidó su poder a través de su fuerza militar. El empaque de esta fortaleza y de su perímetro amurallado nos hablan de su importancia estratégica y de poder.
Pero Uclés también nos recuerda grandes derrotas como la acaecida contra los almorávides en 1108. Fue también el escenario de la muerte del Infante D. Sancho, muy trágica para la incipiente monarquía castellana. Pero también fue lugar de grandes glorias como la última morada del padre de Jorge Manrique a la sazón último maestre de Santiago y las prebendas que el propio Carlos V dio a este emblemático lugar.
La fuerza de su castillo queda claramente de manifiesto al observar esta imponente torre del homenaje que nos habla de las grandes gestas que esta Orden acometió en la organización social del espacio al sur del Tajo.
La fachada de entrada al monasterio es toda una eclosión del barroco peninsular donde lo onírico y teatral eclosionan en un elemento de gran belleza.
La teatralidad barroca queda de manifiesto en este ser monstruoso que engalana la fachada.
La figura del Santiago corona la fachada donde esa simbiosis entre el cristianismo militante y la fuerza de la espada para imponerlo quedan claramente de manifiesto. La vinculación de la Orden con la Corona quedan evidenciadas en esta imagen.
Lo sinuoso, onírico y teatral se mezclan en esta bella muestra de nuestro más conocido barroco.
Su claustro mezcla la contundencia de su arquitectura con una gran profusión de decoración cuando menos peculiar y sugerente.
El espectacular chapitel que corona la iglesia del monasterio nos recuerda ese estilo escurialense que consolida ese sabor herreriano que ha dado pábulo a denominar a Uclés como El Escorial de la Mancha.
La figura de Santiago Matamoros invade los espacios del monasterio, su "mítica" intervención en la batalla de Clavijo se prodiga en los lienzos que decoran el lugar.
El monasterio santiaguista guarda también algunas soluciones arquitectónicas realmente novedosas, así el paso desde la interesante escalera al claustro superior se soluciona con este peculiar arco cuyas piedras tuvieron que ser cortadas con una pericia y creatividad realmente interesante para la época siglo XVII.
Este claustro superior, austero en su concreción, muestra esa belleza de lo simple con unos bellos arcos formeros y fajones que dan una interesante sobriedad.
La cúpula elíptica que cierra el espacio de la escalera entre claustro también resulta de interés.
El restaurado retablo de la iglesia muestra una sugerente visión que se remata con la visión general de este templo desde el coro, donde vemos que la luz y los grandes espacios se combinan con la buena gestión que de esta obra hizo Francisco de Mora.
JV
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