sábado, 16 de mayo de 2009
Nadal, la épica del esfuerzo en la Caja Mágica
Escribo este post, aún emocionado por la cuatro horas del último acontecimiento histórico que acabamos de vivir y que hace que una gran obra, que nos reconcilia con la gestión de nuestros impuestos, se ha hecho mayor: dos chavales de veintidós y veintiún años lo han hecho posible han hecho grande un torneo que quiere serlo. Gracias Djokovic.
Sin embargo, quiero hablaros de historia, de esa que estamos viviendo, con el que puede que sea el más grande, que puede poner su nombre a la altura de otros como Borg, Lendl, Sampras o Federer. Son tiempos que dentro de décadas recordaremos como épicos, como únicos y por eso son importantes para ver como se hace la historia. Esta tiene puntos claves, Roma 2005, Winbledon 2008, Hamburgo 2008, Australia 2009, Montecarlo 2009 y como no Madrid 2009.
Pero Nadal, es fundamental por mucho más, por su capacidad de sacrificio, por su esfuerzo sin limites, por su espíritu de lucha y por hacer buena, la magnífica frase de Gandhi que dice:
"Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa"
Muchas veces en clase, algunos me decís, "yo quiero ser como Rafa", siempre os comento lo mismo, si estáis dispuestos a trabajar sin descanso, a no temer al fracaso, a ser capaces a renunciar a mucho para quizás no conseguirlo, entonces sí.
Nadal es el ejemplo del esfuerzo de la constancia, del tener claro que nunca se sabe todo y bien al contrario, cada vez uno es más consciente de la inmensidad que tiene aún por delante. Afán de superación y trabajo son dos amigos que te lo ponen difícil, pero te muestran el camino, que no es fácil, pero si posible.
La Caja Mágica nos permitirá mañana ver otra vez otro acontecimiento histórico, para que sea perfecto el mejor compañero de viaje para Nadal, sería otro rey histórico: Federer. Esto hará que nuestro torneo de Madrid, se convierta en uno de esos hitos del pasado que recordamos en clase. Pero como también os he comentado muchas veces la historia no la hacen los edificios, ni las casualidades sino los hombres, eso si los imprescindibles (esos que luchan hasta el final), con sus acciones.
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